Una persona aprensiva disfruta menos su vida

«No es normal asociar todo con tragedias», explica especialista

En algún momento, a cualquier persona le ha llegado a inquietar su futuro. No obstante, cuando esto se vuelve frecuente, al punto de preocuparse de más, de especular cosas sin sentido o temer que sucedan situaciones —por lo regular negativas—, la convierten en alguien aprensivo y, por consiguiente, tiene menos probabilidades de disfrutar la vida de una forma saludable.

«Las causas pueden ser distintas: miedo a sufrir, a la muerte, a perder el control de su vida. […] Esto podría convertirse en un problema que condicione su día a día, afectando sus emociones y hasta la forma de relacionarse con los demás», explica Fernando Álvarez, coach y entrenador emocional. Y es que, por detrás de alguien aprensivo, se esconden muchos temores e inseguridades.

Por su parte, Gabriela Soulé, psicopedagoga, afirma: «No es normal asociar todo con tragedias. Identificar cuál es la emoción de origen puede ayudar a erradicar este conflicto, esto se puede hacer con la ayuda de un especialista que, a su vez, indicará de qué manera se puede solucionar».

¿Perder tu empleo, el bienestar de tu familia, si lograrás o no eso que te propusiste…? Cualquiera que sea el motivo de tu preocupación, los especialistas sugieren reemplazar esa angustia por actitudes y comportamientos positivos, tales como:

• Analizar si lo que piensas es útil. Si te está haciendo daño, no lo es.
• Antes de pensar si podrás controlar o no lo que vendrá, hazlo primero con tu mente.
• No adelantes ni exageres los hechos. Ej. Ese dolor de brazo no necesariamente es un infarto.
• Ante una preocupación exagerada, busca una posible solución.
• No dejes que el miedo agote tus fuerzas.
• Disfruta tu presente.

«Andaba desorientada en la calle, ¡parecía que me estaba volviendo loca!»

«Fui víctima de brujerías por mucho tiempo, encontraba los trabajos afuera de la puerta de mi casa. A raíz de eso, el sueño me faltaba, presencié sombras extrañas, oía ruidos paranormales y andaba en la calle como si estuviera perdida, desorientada, ¡parecía que me estaba volviendo loca! Al poco tiempo, me enfermé de un padecimiento raro en los ojos, me detectaron cáncer y caí en depresión.

Por si no fuera suficiente, mi situación económica era fatal: no teníamos ni para comer y mi casa se caía a pedazos.

Asistiendo al Templo de los Milagros, la situación fue cambiando. Primero, dejé de ser atormentada espiritualmente y, posteriormente, poco a poco, los padecimientos fueron desapareciendo hasta sanar de ellos en su totalidad: no hay rastro de cáncer. Ahora tengo felicidad. En lo económico también Dios me bendijo, pues me dio los recursos de abrir un negocio, ¡ya no pasamos carencias!

Dios ha sido maravilloso conmigo al bendecirme en todos los aspectos.» -Genoveva Pizeno