Una nueva relación no ayuda a superar una ruptura amorosa

«Un clavo no saca otro clavo», especialista explica la veracidad de este dicho
Semanas atrás, en redes sociales circuló un video en el que, al parecer, Ariana Grande, cantante, compositora y actriz estadounidense, lloraba al recordar una ruptura amorosa. Dar por terminada una relación es un proceso difícil de asimilar, donde los sentimientos están a flor de piel: tristeza, culpa, melancolía, enojo, frustración… Y es algo que les ha sucedido a todos.
Dependiendo las causas que llevaron a dicha decisión, ambas partes concluirán de si es posible preservar una buena amistad o si es preferible que cada uno siga su camino sin mantener comunicación. La psicóloga Rosa Mena explica que es normal sentir tristeza tras un hecho así, pero no se puede cometer el error de que ese dolor perdure y, sobre todo, iniciar otra relación.
«Si se intenta reemplazar rápidamente el cariño de una persona, se crean expectativas que, por lo general, no se cumplen y la persona resulta más afectada que al principio», afirma.
De acuerdo con Mena, lo más recomendable es vivir el duelo de la ausencia de esa persona sin importar el tiempo que tenga que pasar. También, recomienda buscar la ayuda de un especialista si esa tristeza no se disuelve.
Mediante las charlas de la Terapia del Amor, un vasto grupo de personas han aprendido a superar los traumas que les dejaron algunas malas experiencias amorosas. Si te interesa, estas se realizan gratuitamente los jueves, en varios horarios, en el Templo de los Milagros ubicado en Av. Revolución núm. 253, col. Tacubaya o en la Universal más cercana a ti haz clic aquí para ver las direcciones.
Lea también: Deciden separarse, pero no por falta de amor
«»Puedo quererte, pero jamás amarte», me decía mi esposo»

«A los dos meses de haberme casado, vi a mi esposo con su amante. Para mí fue un golpe emocional muy fuerte, porque me uní a él con la ilusión de formar un hogar; pero esos sueños se habían vuelto nada.
Pensé que había perdido mi valor como mujer y no me sentí capaz de reclamarle su falta de lealtad… Sin embargo, lejos de que él se sintiera culpable, cada día me humillaba. Me decía cosas hirientes y era frío conmigo.
Algunas veces le pregunté: “¿Tú me amas?” y él respondía: “Puedo quererte, pero jamás amarte, no sé qué es eso”. Esas palabras me lastimaban, pero esto tuvo fin cuando me acerqué a Dios. Cuando estuve en Su Presencia, me desahogué y le hablé de todo lo que tenía en mi interior, esto alivió mi alma.
En la Terapia del Amor, aprendí a amarme. Una vez que sané mi interior y recuperé mi dignidad, usé mi fe para luchar por mi matrimonio. Ahora tengo al esposo que siempre soñé: un hombre que me ama en verdad y me lo demuestra, no me humilla, no es infiel. El Señor Jesús transformó a mi marido en el hombre ideal para mí. Ahora sí soy feliz.» -Eva Vargas
comentarios