Una cantante quiso ser más bonita, pero casi muere

“Sentí que estaba muriendo”. La declaración de la joven cantante y actriz británica Hannah Spearritt sorprendió a la prensa mundial. De acuerdo con lo que le declaró al periódico local Daily Mail, los últimos cuatro años fueron los más difíciles y traumáticos de su vida. Y todo porque solamente quería sentirse más bonita.

Hannah trabaja en la industria de la música desde los 13 años de edad, haciéndose mundialmente famosa a finales de los años 90 al integrarse al grupo musical S Club 7. Después de que el grupo se separó, la actriz destacó actuando en la televisión inglesa en películas como “El Hijo de Chucky”. Sin embargo, en todo ese tiempo ella se sintió insatisfecha consigo misma.

“Yo nunca me sentí lo suficientemente mujer. Acostumbraba compararme con las otras jóvenes de la banda durante las sesiones fotográficas y envidiaba sus bellas curvas”, cuenta Hannah.

A los 34 años de edad, ella quiso cambiar la situación al implantarse prótesis de silicona. Durante un tiempo, ella se sintió feliz con su nuevo cuerpo, pero luego vinieron los problemas.

El fin de la salud

“Seis meses después de la cirugía, mi cabello empezó a caerse a montones”, cuenta Hannah. “Entonces, empecé a dormir más y más, llegando a 22 horas al día. Yo no podía salir de la cama porque mis músculos me estaban doliendo. Perdí peso, siempre estaba muriendo de frío y mi cabeza estaba confundida, no lograba acordarme de nada”.

Antes de descubrir las causas de su enfermedad, Hannah pasó dos años sufriendo. Obedeció a psiquiatras que abusaron de la prescripción de drogas antidepresivas y empeoró cada vez más.

Perdió oportunidades de empleo y prácticamente dejó de vivir.

Cuando su esposo se dio cuenta de que los síntomas iniciaron después de los implantes de silicona, Hannah llegó a terminar con él: “No quería escucharlo. Lo negué y le dije que estaba loco”.

Afortunadamente ella reanudó su matrimonio y fue convencida para buscar un especialista, el Doctor Edward Melmed afirmó: “Una infiltración microscópica se silicona se une a las terminaciones nerviosas en el cuerpo. Esto resulta en la pérdida de cabello, desórdenes cognitivos, fatiga crónica, ojos secos y fuertes dolores musculares”.

Hannah removió las prótesis cuatro años después del implante. Ella perdió su vida entre los 34 y 38 años de edad, y hoy, finalmente, está saludable. En total, ella gastó casi $2 500 000 en tratamientos para la enfermedad que adquirió.

Las comparaciones solo traen problemas

El caso de Hannah se repite aproximadamente con el 10% de las mujeres que se implantan silicona. Pero otras acciones peligrosas colocan la salud de millones de mujeres en riesgo en nombre de la “belleza a cualquier precio”. Incluso hay mujeres que se quitan los dedos de los pies para usar zapatos más bonitos, aunque estos sean incómodos.

“Hemos visto a muchas mujeres ignorar el peligro, el sentido común y las recomendaciones al arriesgar sus vidas, además de contraer enormes deudas”, relata Núbia Siqueira en el blog de Cristiane Cardoso. “La misma sociedad que estimula y cobra la belleza, después ironiza lo que las mujeres hacen para conseguirla, principalmente cuando los casos de los procedimientos que salieron mal detonan en la prensa, como las liposucciones, los rellenos de cara y cuerpo, los implantes grandes, las promesas fraudulentas e imposibles de ser cumplidas, etc.”

Esto sucede porque, así como Hannah, muchas mujeres son incentivadas a compararse unas con otras y sentirse inferiores. Pero Núbia Siqueira resalta que “compararse con otras mujeres es no ver su propio valor”.

¿Hasta cuándo las mujeres necesitarán oír que son especiales, únicas y que se deben valorar? Decida invertir en aquello que realmente promueve verdaderos cambios y duraderos en su vida”, concluyó Núbia.