Un mundo subordinado a otro

La tendencia de las personas es buscar resolver sus problemas inmediatos, quizás es un hijo en los vicios, el matrimonio o la economía, pero para conseguir resolver las dificultades del día a día es necesario que la persona resuelva el problema que hay en su interior, porque el mundo físico está subordinado al mundo espiritual. Eso fue lo que señaló el obispo Franklin Sanches en la reunión del Santo Culto del domingo 19 de febrero.

Esta situación podemos verla y aprender con el pueblo de Israel, pues se encontraban en crisis debido a la miseria, y aunque intentaban solucionar sus problemas de todas las maneras que les eran posibles, terminaban empeorando su situación, por ello Dios mandó al profeta Joel para hablar con el pueblo diciendo así: «Por eso pues, ahora, dice el Señor, convertíos a mí con todo vuestro corazón, con ayuno y lloro y lamento.» (Joel 2:12).

«Hay cosas que no se pueden postergar, la conversión es una de ellas, porque puede que mañana ya sea tarde, y no tenga más tiempo. No podemos jugar con nuestra salvación. Hay decisiones que usted puede esperar, pero hay otras que las tiene que tomar», enfatizó el obispo. Por eso Dios les dijo: «convertíos a mí con todo vuestro corazón, con ayuno y lloro y lamento.» (Joel 2:12).

La vida del pueblo de Israel estaba destruida, aun así, Dios no envío al profeta a decir que les solucionaría sus problemas, sino que tenían uno más grave que no estaban viendo: no estaban convertidos, no seguían los caminos de Dios, no Lo obedecían. Es por ello que el Señor les dijo: «Rasgad vuestro corazón y no vuestros vestidos» (Joel 2:13). Porque, aunque decían creer en Dios, no se habían entregado completamente, en apariencia podían parecer personas convertidas, pero no lo eran, así muchas personas hoy, en apariencia van a la iglesia, son de Dios, no obstante, por dentro son otra persona. Si ella de verdad quiere resolver sus problemas, empieza por solucionar el problema en su interior.

La persona pasa a adquirir un compromiso con Dios, se bautiza porque se arrepiente de sus pecados y quiere dejar esa vida atrás para empezar a vivir con Jesús, Él se convierte en el primero en su vida, por eso se vuelve fiel en sus primicias, y su cambio es visible para su familia.

Pero como en todas las cosas con Dios, la entrega y fidelidad traen beneficios, como está escrito: «Y el Señor, solícito por Su tierra, perdonará a Su pueblo. Responderá el Señor, y dirá a Su pueblo: He aquí Yo os envío pan, mosto y aceite, y seréis saciados de ellos; y nunca más os pondré en oprobio entre las naciones.» (Joel 2:18).

Al resolver el problema espiritual, Dios atiende y suple las necesidades de la persona. Como dijo el obispo Franklin, la obra de salvación es completa: «Él me envía pan, es decir, abundancia; Él envía mosto (vino), es decir, alegría; y aceite, que es símbolo del Espíritu Santo. Pues de nada sirve tener abundancia económica, una alegría de apariencia y estar vacío del Espíritu Santo».

Dios quiere realizar una obra completa en la vida de las personas, sin embargo, no hay manera de que eso ocurra si la persona no entiende que todo «comienza con lo espiritual, con usted tomando la decisión de convertirse al Señor nuestro Dios. Por ello, resuelva su problema espiritual y los problemas físicos se van a ir resolviendo poco a poco; como Jesús dijo: «buscad primeramente el reino de Dios y Su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas.» (Mateo 6:33).

Entonces no se preocupe en resolver el problema físico, preocúpese por llenarse de la presencia de Dios, en convertirse a Él, de lo demás, Él le va a dar fe, disposición, sabiduría, visión y usted irá resolviendo todos los problemas físicos, solo que primero se debe resolver el problema espiritual», finalizó.

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