Tú decides su destino

Tú decides su destino

Por Dep. Web

¿Mientras más dinero se tiene, más se pueden solucionar sus problemas? De acuerdo con lo que enseñó el obispo Franklin Sanches el pasado domingo 2 de noviembre, la riqueza no lo es todo. Muchos trabajan demasiado y quieren ganar dinero, pero no tienen tiempo para su familia ni para ellas mismas. Además, no entienden que el mayor problema del ser humano está en su alma.

Cuando uno comprende el valor de su alma, no pone otras cosas como prioridad. Es tan valiosa, que hay una batalla entre Dios y satanás por ella. Pero el Señor amó de tal manera al mundo que dio a Su Hijo para morir en la cruz y así salvar las almas que están lejos de Él.

¿Qué nos separa de Dios?

El pecado. Y está escrito que la paga del pecado es muerte (lee Romanos 6:23). El obispo explicó que, cuando hay pecado, alguien tiene que morir para cubrirlo. «Dios quiso resolver ese problema para no perder nuestra alma». Para ello, envió a Jesús, quien pagó por los pecados con Su sangre.

Aunque Él murió para salvarnos, muchas personas no quieren entregarle el alma. «Es como ir al mercado, pagar por la mercancía y no llevársela, porque Él no recibió las almas», comentó. Nosotros tenemos que dársela, pues el Señor Jesús no toma nada por la fuerza; entregarla es una decisión personal.

Mucha gente piensa que al morir todo se termina, pero, aunque el cuerpo muere, el alma no. «Con el dinero hasta se puede comprar un ataúd o mausoleo bonitos, ¿pero dentro qué habrá? Nada, pues el alma ya partió hacia su destino», explicó.

 

¿A dónde va el alma?

Uno mismo decide el destino de su alma en esta vida. Algunos piensan que el Señor jamás lanzaría a nadie en el infierno, pero quien se lanza es la persona, cuando decide no entregarle su alma.

En uno de sus salmos, el rey David dijo: «Nadie puede en manera alguna redimir a su hermano, ni dar a Dios rescate por él, porque la redención de su alma es muy costosa, y debe abandonar el intento para siempre» (Salmos 49:7-8). Por más que quiera, no puede darle la salvación a un ser querido. Por eso, uno tiene que luchar para salvarse y hablarles de Jesús a sus familiares.

El valor del alma es tanto, que, si ponemos en la balanza el mundo entero y toda su riqueza, y del otro lado el alma, el valor de esta última será insuperable. Asimismo, «si resolvemos el problema del alma, resolveremos todos los demás. Dios va a darnos todo lo que necesitamos si le damos lo que Él más quiere salvar». Y agregó que ir a la iglesia no da la salvación, sino la entrega y compromiso con Él. «Usted no va a ser salvo por ser católico, cristiano, evangélico, etc., sino porque entregó su alma».

Una vida de paz

Es muy importante que el alma esté protegida, pues hoy en día mueren jóvenes y viejos, y hay que estar preparados para ese momento. Una vez que le entregamos el alma, vivimos de acuerdo con Su Palabra, y morimos, el alma se va con Él; y si no morimos, aunque haya dificultades, tendremos una vida de paz, pues eso es consecuencia de tener la certeza de la salvación.

«Como ovejas son destinados para el Seol, la muerte los pastoreará, los rectos los regirán por la mañana; su forma será para que el Seol la consuma, de modo que no tienen morada. Pero Dios redimirá mi alma del poder del Seol, pues Él me recibirá. No temas cuando alguno se enriquece, cuando la gloria de su casa aumenta; porque nada se llevará cuando muera, ni su gloria descenderá con él» (Salmos 49:14-17).

Nadie se lleva nada al morir, por eso, no vale la pena perder la salvación por un instante de placer. Si se entrega sinceramente al Señor Jesús, recibirá lo que Él ha preparado para los salvos: «Venid, benditos de Mi Padre, heredad el Reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo» (Mateo 25:34).

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