¿Tomar alcohol sirve para desestresarse?

Relajarse significa calmar la mente y el cuerpo. Para lograrlo, muchas personas utilizan terapias, ejercicios e infusiones a base de hierbas; sin embargo, otros más ven al alcohol como un remedio para tranquilizarse y despejar sus ideas.

Problemas de sueño, en casa, en el trabajo, ansiedad y depresión son algunas de las causas por las que la gente busca estas alternativas, aunque no siempre son las más favorables porque generan más problemas y ponen en riesgo su vida.

De acuerdo con el profesor de psicología de la Universidad de Missouri, Kenneth Sher, quien se encuentra a cargo del Laboratorio del Alcohol, “el alcohol reduce las respuestas del tipo ansioso, al estrés y la frecuencia cardiaca, te insensibiliza a los factores de estrés, especialmente si los experimentas cuando estás borracho. Desafortunadamente, los efectos de reducción del estrés más fiables del alcohol ocurren en las dosis más problemáticas, en materia de daños graves y dependencia”.

¿Cómo puedes saber si caminas hacia una adicción? “Si estás regularmente deseando un trago para aliviar el estrés es una señal de alerta, pues existe una relación muy estrecha entre pensar ‘El alcohol me ayuda a relajarme’ y ‘Tomar unos cuantos tragos me ayuda a olvidar mis problemas’ con los problemas de dependencia al alcohol”.

Con cualquier tipo de circunstancia por la que estés atravesando, tienes más probabilidades de volverte dependiente al alcohol; por eso, se recomienda buscar ayuda de inmediato en cuanto notes que necesitas un trago para aliviar el estrés.

Empezó con una cerveza y terminó con más vicios

“Aunque empecé tomando una cerveza, me volví adicto al alcohol y, posteriormente, al cigarro y a las drogas, como marihuana e inhalantes. Además, veía que mis amigos lo hacían y aparentemente no les pasaba nada. No me importaba quedarme sin dinero ni llegar a mi casa u obedecer a mi mamá, en lo único que pensaba era en tomar para, según yo, relajarme.

Entre las consecuencias que tuve por los vicios fue el cambio en mi carácter: era agresivo, creía tener siempre la razón y vivía en constantes peleas con mi familia al punto de quererlos golpear e irme de la casa, pues pensaba que todos estaban en mi contra y que nadie me comprendía. Era tanta mi depresión que llegué a pensar en quitarme la vida…

Cuando asistí al Propósito de Fe en contra de los Vicios, me enseñaron a usar la fe y, poco a poco, me percaté que el olor de todo lo que ingería, me daba asco. Incluso, mi carácter fue cambiando, aprendí a respetar a mi familia y como me gustó la persona en la que me estaba convirtiendo, decidí seguir hacia adelante hasta que me recuperara por completo.

Ni siquiera me di cuenta en el momento que dejé las drogas y el alcohol. Llevo más de tres años limpio, sin recaídas, depresión, rencores o pensamientos de suicidio, ¡estoy transformado en un hombre nuevo!”, Juan Aguilar.

¡La cura depende de tu actitud!
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