Tiburón en la pecera

El pasado domingo 9 de marzo, durante el Santo Culto, el obispo Franklin Sanches abordó un tema fundamental en la vida de la fe: la presencia de los problemas y su propósito en cada individuo.

Tomando como base la historia del rey Ezequías, relatada en 2 Crónicas 32, el obispo Franklin explicó cómo, a pesar de haber hecho todo correctamente ante Dios, Ezequías se enfrentó a una gran amenaza cuando Senaquerib, rey de Asiria, sitió Judá. «Él estaba haciendo todo correctamente, y después de hacerlo, aparece una situación como esta», señaló el obispo, resaltando que los problemas no siempre son consecuencia de errores o fallos, sino que pueden ser parte de un propósito mayor.

Con esto, planteó una cuestión común entre las personas: «¿Por qué, si estoy haciendo todo bien para Dios, aparecen problemas?». La respuesta, según el obispo, está en cómo se perciben las dificultades. «Si no hay problemas, no hay testimonio», afirmó. La clave es no lamentarse, sino usar la fe.

Para ilustrar su mensaje, el obispo usó la metáfora del «tiburón en la pecera». Explicó que, cuando una persona se acomoda espiritualmente, Dios permite que un «tiburón» entre en su «pecera» para que se mueva y retome su fe. «Cuando todo está bien, nos relajamos, dejamos de luchar, descuidamos nuestra protección espiritual. Entonces, Dios permite un problema para que despertemos», afirmó. Esta última fue la actitud que tomó Ezequías:

«Y él cobró ánimo y reedificó toda la muralla que había sido derribada y levantó torres en ella […]. Puso también oficiales militares sobre el pueblo, los reunió a su lado en la plaza a la puerta de la ciudad y habló dándoles ánimo, diciendo: Sed fuertes y valientes; no temáis ni os acobardéis a causa del rey de Asiria, ni a causa de toda la multitud que está con él, porque el que está con nosotros es más poderoso que el que está con él. Con él está solo un brazo de carne, pero con nosotros está el Señor nuestro Dios para ayudarnos y pelear nuestras batallas.» (2 Crónicas 32:7-8).

Así como Ezequías, que reconstruyó las murallas, hizo armas y reforzó la seguridad de Jerusalén cuando se vio amenazado, las personas también deben fortalecer su vida espiritual en los momentos de crisis. Las dificultades no son para murmurar, sino para orar y buscar más a Dios: «Quizá usted está fracasando porque no tiene las armas de la fe (la Palabra de Dios) ni el escudo (el Espíritu Santo) que le protegen contra los ataques de satanás, si cuenta con ellos tendrá todo lo que necesita para vencer todos los males que está pasando. Así, cuando pase por un problema, no se queje. Diga: “Gracias a Dios, voy a vencer, esto será un testimonio”», finalizó.

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