Temidos, no temerosos
«Y da orden al pueblo, diciendo: “Vais a pasar por el territorio de vuestros hermanos, los hijos de Esaú que habitan en Seir, y os tendrán miedo. Así que tened mucho cuidado”» (Deuteronomio 2:4).
Cuando Dios le dijo al pueblo elegido que Él los acompañaba en toda caminata por el desierto, era para que ellos no le temieran a nada ni a nadie, sino que sería lo contrario, que sus enemigos los temerían.
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