Tarde de las sandalias

La Obra de Dios tiene dificultades que Él permite para que el corazón no se apegue a nada ni a nadie.

En días pasados se llevó a cabo, en la Universal, la Tarde de las Sandalias, una reunión de aprendizaje para aquellas personas que forman parte del servicio al Señor.

Poco a poco, los siervos de Dios, de distintas partes de la ciudad, fueron llegando. A las cuatro de la tarde en punto y con transmisión en vivo para los demás estados de la república, el obispo Franklin, encargado de la reunión, empezó haciendo una oración por todos los presentes, para que el Señor fortaleciera y renovara su fe.

El mensaje principal, fue para alertar sobre la importancia de prepararse para enfrentar los percances futuros rumbo a la Salvación. Recordándoles que no se deben sentir menos ni apagar su fe con el paso de los años; tal y como sucedió con Moisés, quien después de haber ocupado un alto cargo en el gobierno del faraón, terminó cuidando a las ovejas de su suegro.

Por lo contrario, un siervo de Dios debe prepararse y entender que la Obra de Dios tiene dificultades que Él permite para que el corazón no se apegue a nada ni a nadie.

«Muchas personas no logran entenderlo, por eso, cuando enfrentan problemas, al contrario de reaccionar con fe, se van amargando. Los años pasan, y, aunque siguen con el uniforme, pierden el brillo, dejando de glorificar al Señor con su vida. Sirven, pero ya no a Dios», explicó el obispo.

Para finalizar, el obispo recordó que nada debe interponerse en la relación con Dios, ni siquiera si se conquista algo y luego se pierde. «El fuego, el Espíritu Santo, no debe apagarse», recalcó.