Solo una cosa es necesaria

Muchos tienen la creencia de que el vacío que sienten puede ser llenado por dinero, personas y cosas. Es en esa búsqueda de la felicidad, en la que las personas cometen errores que las terminan hundiendo, y haciendo más evidente el vacío que sienten, pues nada va a llenar al ser humano.

El obispo Franklin mencionó que así se encuentran muchas personas, incluso dentro de la iglesia, a pesar de que todo el tiempo se habla de la importancia de la presencia de Dios, «parece que están dormidos. «No hace falta que yo lea la Biblia, en la iglesia el pastor va a predicar y yo voy a escucharlo y a entender».  Las personas no entienden que no necesitan dinero, fama, ni milagros, lo que necesitan es la presencia de Dios».

Así fue que dio inicio el Santo Culto del pasado domingo 8 de enero, realizado en la sede nacional en Tacubaya. En esta ocasión, el obispo usó de ejemplo a Moisés para ejemplificar la situación de la mayoría de las personas, pues pese a tener muchos problemas y necesidades, solo una cosa es importante: la presencia de Dios.

«Entonces el Señor dijo a Moisés: Anda, sube de aquí, tú y el pueblo que has sacado de la tierra de Egipto, a la tierra de la cual juré a Abraham, a Isaac y a Jacob, diciendo: «A tu descendencia la daré». Y enviaré un ángel delante de ti, y echaré fuera al cananeo, al amorreo, al hitita, al ferezeo, al heveo y al jebuseo. Sube a una tierra que mana leche y miel; pues yo no subiré en medio de ti, oh Israel, no sea que te destruya en el camino, porque eres un pueblo de dura cerviz.» (Éxodo 33:1-3).

Lo que más quería el pueblo de Israel era el cumplimiento de la promesa que había sido hecha hace más de 400 años atrás, y por tener el corazón endurecido, miraron más hacia las bendiciones que hacia aquel que los había sacado de la esclavitud. Por eso, los versículos de arriba es como si Dios les dijera: «está bien, les daré lo que quieren, pero mi presencia no estará con ustedes».

Por ello, el obispo preguntó qué harían los ahí presentes ante las siguientes propuestas: «Usted tiene una deuda millonaria, y Dios le dice que le va a ayudar a pagar su deuda, pero no va a darle Su presencia; usted tiene una enfermedad incurable y Dios le dice: “te voy a curar, te voy a quitar ese dolor, sin embargo, no te voy a dar mi Espíritu; voy a reconstruir tu matrimonio, ¿eso es lo que tú quieres? Ok. Regresa a tu casa, te voy a dar el hombre que tú quieres, tendrás al hombre de tu vida; voy a sacar a tus hijos de la droga, serán buenos hijos, pero Yo no te doy mi Espíritu, no te doy mi presencia”».

La respuesta es que la mayoría de las personas se conformaría con las bendiciones porque aún no entienden el valor de la presencia de Dios en sus vidas. No obstante, ese no fue el caso de Moisés:

«Y Moisés dijo al Señor: Mira, tú me dices: «Haz subir a este pueblo»; pero tú no me has declarado a quién enviarás conmigo. Además has dicho: «Te he conocido por tu nombre, y también has hallado gracia ante mis ojos». Ahora pues, si he hallado gracia ante tus ojos, te ruego que me hagas conocer tus caminos para que yo te conozca y halle gracia ante tus ojos. Considera también que esta nación es tu pueblo. Y Él respondió: Mi presencia irá contigo, y yo te daré descanso. Entonces le dijo Moisés: Si tu presencia no va con nosotros, no nos hagas partir de aquí.» (Éxodo 33:12-15).

Moisés sabía que no hay nada más importante que tener la presencia de Dios, conocerlo y seguir su camino, fue por eso que le pidió justamente eso, pues no hay nada más importante que tenerlo en la vida de uno.

Como mencionó el obispo, «El Señor Jesús dijo lo mismo, pero con otras palabras»:

«Pues ¿qué provecho obtendrá un hombre si gana el mundo entero, pero pierde su alma? O ¿qué dará un hombre a cambio de su alma?» (Mateo 16:26).

«Piense en su alma -dijo el obispo- las personas hacen proyectos para todo menos para su alma». Tan solo pensemos que las tragedias suceden cuando uno menos lo imagina, y nada puede proteger el alma de las personas, ni el dinero, ni el poder, ni ninguna otra cosa. Justamente esto fue lo que Moisés entendió, nada ni nadie puede estar por encima de la presencia de Dios.

Lo que verdaderamente hace la diferencia

«¿Pues en qué se conocerá que he hallado gracia ante tus ojos, yo y tu pueblo? ¿No es acaso en que tú vayas con nosotros, para que nosotros, yo y tu pueblo, nos distingamos de todos los demás pueblos que están sobre la faz de la tierra?» (Éxodo 33:16).

Muchos pueden tener fama, fortuna, éxito, matrimonio, hijos, buena salud, una carrera, etc. pero lo que hace la diferencia entre todos los demás y aquellos que buscan verdaderamente a Dios es la presencia del Altísimo en su vida. «Las personas nos miran y dicen: «¿cómo es que usted tiene paz?”, “¿cómo usted consigue perdonar?», «¿cómo usted consigue tener ese tipo de comportamiento?», ¿por qué ellos no lo consiguen?, porque solo la presencia de Dios puede dar eso, y es lo que Dios quiere que esté sobre su vida, su presencia»,señaló.

«Y el Señor dijo a Moisés: También haré esto que has hablado, por cuanto has hallado gracia ante mis ojos y te he conocido por tu nombre.» (Éxodo 33:17).

El obispo finalizó este momento invitando a los presentes a entregar su vida para Dios. Incluso si alguno se había identificado con lo que fue hablado y se dio cuenta de que solo iba a la iglesia a buscar bendiciones.

«»Obispo yo vengo aquí por el pan, yo vengo por el milagro, porque estaba ciego, porque yo no entendía que lo más importante es tener la presencia de Dios conmigo, porque si yo tengo la presencia de Dios, ya gané, tengo lo más valioso». Entonces yo quiero orar por usted, cuyos ojos se abrieron. «Vengo a la iglesia desde hace mucho tiempo, pero siempre buscando el pan, el pan que perece, pero hoy yo quiero el pan de vida»», concluyó.

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