Soledad, más mortal que ser obeso, aseguran
Especialistas afirman que la soledad conduce a varias situaciones anormales
Un estudio llevado a cabo por la Universidad Brigham Young, en Utah, EEUU, refiere que las personas con malas relaciones sociales y con sentimiento de soledad tienen un 50% más de riesgo de morir anticipadamente, comparado con quienes tienen buenas conexiones con sus semejantes.
Según los especialistas, el sentimiento de soledad es más dañino que la obesidad, pues esta condición solo incrementa el riesgo de muerte en un 30%. “La conexión con los demás es una necesidad humana irremplazable. Es crucial para el bienestar y la supervivencia”, destacó la Dra. Julianne Holt Lundstad, autora del estudio y profesora de Psicología de la Universidad Brigham Young.
Para los investigadores la soledad es mortal porque puede conducir a un número de situaciones anormales como dormir mal, altos niveles de la hormona del estrés, inflamación y un sistema inmunitario debilitado. Todos estos son factores de riesgo para desarrollar enfermedades y lesiones que amenacen la vida.
Para reducir el riesgo, especialistas sugieren que las personas solitarias socialicen más, no mediante las redes sociales en internet, sino que deben buscar mayor contacto con sus seres queridos; si es de manera presencial, será mucho mejor.
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Buscaba la soledad, luego quiso morir
“Era muy joven y quise experimentar. Hacía todo lo posible por alejar a la gente de mí. Me vestía de negro, me pintaba las uñas de negro, usaba pupilentes blancos… lo único que quería era estar solo y me agradaba causar miedo a quien me rodeara.
Estando a solas, la tristeza era inevitable. Comencé a practicar el cutting. Aparentemente así aliviaba mi estado emocional, incluso una vez estuve a nada de terminar con mi vida. Realmente no era feliz, pero no se lo decía a nadie porque aislarme era un hábito y provocar miedo me hacía pensar que yo era fuerte.
Cuando llegué al Templo de los Milagros encontré a un Dios real, no una religión. Fue algo que no imaginé que existiera. Aunque no entendía en un principio el significado de ser realmente libre, ahora sé que lo soy. Sentí paz y eso me hizo frecuentar este Templo.
Poco a poco comencé a vestirme normal, dejé las acciones que me dañaban y cambié mi carácter. Le encontré el gusto a la vida, dejé de aislarme y ya no tengo esos conflictos internos. Hoy tengo metas por cumplir e iré tras ellas. El poder de la fe es sorprendente”, Humberto González.
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