Sin límites

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Por Departamento Web 2

El Santo Culto del domingo 4 de junio arrancó con la historia de los 5 panes y 2 peces, pues en aquella ocasión muchas personas no comieron por estar hasta tarde con Jesús escuchando sus enseñanzas. Por ello Sus discípulos le sugirieron a Jesús que los despidiera para que pudieran comer, pero el Mesías les dijo que ellos mismos les dieran de comer. Ante esta situación, los discípulos se preocuparon porque eran muchísimos y lo único que había en el lugar eran 5 panes y 2 peces.

«Jesús tomó los cinco panes y los dos pescados y, mirando al cielo, los bendijo. Luego partió los panes y se los dio a los discípulos para que se los repartieran a la gente. También repartió los dos pescados entre todos. Todos comieron hasta quedar satisfechos.» (lee la historia completa en Marcos 6:30-44).

El obispo Franklin Sanches explicaba que Jesús los levantó al cielo porque lo que para este mundo es imposible, en el cielo no lo es; aunque este mundo tenga límites, Dios no. Este relato sirvió para ejemplificar la situación en la que muchas personas se encuentran, pues ante sus problemas se ven limitadas para poderlos resolver, por ello se sienten desesperadas, ya que a sus ojos y conforme a sus recursos y circunstancias son imposibles de resolver.

«Usted se desespera con su deuda porque llegó a su límite, usted no tiene cómo pagar, no tiene de dónde sacar, porque aquí en esta vida todo tiene un límite, todo», explicó el obispo.

Cuando los panes y peces fueron levantados al cielo, también fue para mostrar que del cielo vendría la ayuda que estaban necesitando. Por ello, cuando las personas aprenden a no depender de nadie, sino que entienden que su socorro viene de Dios, dejan de quedarse limitadas y desesperadas frente a los desafíos que enfrentan. Esto evita frustraciones, decepciones y desilusiones, pues ya no dependen de lo que otros puedan hacer o darles a ellas, sino solo de lo que el Creador puede ofrecer.

El cielo en la tierra

A pesar de vivir en este mundo lleno de limitaciones, es posible tener el cielo —que no tiene límites— dentro de usted a través del Espíritu Santo. Cuando esto sucede, la persona ya no es débil delante de los problemas ni se deja guiar por las restricciones de este mundo, porque sabe que, al clamar a Dios, Él le daría la salida y motivación que necesita para enfrentar cualquier situación.

«Así como Cristo resucitó, Dios también los resucitó a ustedes. Por eso, vivan pensando en las cosas del cielo, donde está Cristo sentado a la derecha de Dios.» (Colosenses 3:1).

Para mantenernos en el cielo, el apóstol Pablo nos orienta en el libro de Colosenses que debemos mantenernos pensando en las cosas de Dios, pues así reaccionaremos de la manera correcta. Por ejemplo, si alguien le insulta, su reacción va a ser pensar en que Jesús lo ama; en cambio, si está pensando en las cosas de este mundo, su reacción será de la carne y querrá regresar la agresión, por ello es importante siempre recordar de dónde viene nuestra ayuda y nuestro valor.

«Concentren su atención en las cosas del cielo, no en las de la tierra.» (Colosenses 3:2).

Porque quien piensa en las cosas de la tierra invariablemente va a estar sujeto a las limitaciones que esta impone: «tú no puedes por esto o por lo otro». Pero aquel que piensa en las cosas del cielo tendrá la seguridad de que Dios abrirá una puerta o dará una solución de alguna manera.

«Concentren su atención en las cosas del cielo, no en las de la tierra. Pues la vida que antes llevaban ya ha muerto y Dios les ha dado una nueva vida por medio de Cristo. Cuando Cristo, que les ha dado vida a ustedes, vuelva otra vez, ustedes le acompañarán y compartirán su gloria.» (Colosenses :2-4).

Esto significa que cuando el Señor Jesús vuelva, quien tiene el Espíritu Santo, se irá con Él, pues la bendición de tenerlo no se limita a este mundo, sino que es la garantía de una eternidad con Él. Por eso la importancia de entregar la vida para Jesús y asumir la fe en todo momento y pensando solo en las cosas del cielo.

«Viva pensando en eso, no solo cuando usted está en la iglesia, piense en el cielo cuando venga un problema o una situación; piense en Dios porque de inmediato va a tener paz. Cuando su pareja le quiera irritar o pelear con usted, piense en el cielo, no se deje llevar, no se guíe por el impulso de querer agredir, no lo haga, piense en el cielo, en donde está Cristo, porque es del cielo que viene todo lo bueno que Dios nos preparó. De Él viene todo lo bueno, Él tiene todo lo que usted necesita, por ello quiere colocar el cielo dentro de usted, y eso solo sucede cuando recibe el Espíritu Santo», finalizó el obispo.

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