Sea heredero de la promesa

De acuerdo con lo que explicó el obispo Franklin Sanches durante el Santo Culto del pasado 4 de julio, la Palabra de Dios cambia la forma de ser de las personas. «Cuando usted entiende ese poder, cree en las promesas de Dios y luchará hasta verlas cumplirse», inició.

Por tal motivo Jacob fue al Vado de Jaboc, por la promesa del propio Todopoderoso. «Él era descendiente de Abraham y, por lo tanto, heredero de la promesa. Solo que en ese entonces no era una realidad para él porque, a pesar de todo lo que poseía, se sentía vacío y solo», dijo.

Tras hacer pasar su familia y bienes al otro lado del río, luchó con el propio Dios hasta rayar el alba, no solo durante unos minutos:

«Cuando vio que no había prevalecido contra Jacob, lo tocó en la coyuntura del muslo, y se dislocó la coyuntura del muslo de Jacob mientras luchaba con él. Entonces el hombre dijo: Suéltame porque raya el alba. Pero Jacob respondió: No te soltaré si no me bendices.» (Génesis 32:25-26).

El obispo detalló que, en medio de esa lucha, el ángel tocó el muslo de Jacob para que desistiera. Pero él estaba decidido, si Dios prometió, debía cumplir. Pero Jacob también tenía que hacer su parte: luchar, no desistir, sacrificar y obedecer.

Quien es de la fe, a pesar de que vengan tribulaciones, problemas y dificultades, luchará con Dios hasta que haga de él la propia bendición:

«Y él le dijo: ¿Cómo te llamas? Y él respondió: Jacob. Y el hombre dijo: Ya no será tu nombre Jacob, sino Israel, porque has luchado con Dios y con los hombres, y has prevalecido» (Génesis 32:27-28).

Pero, esta promesa no se limita solo a Abraham, Isaac e Israel:

«Cristo nos redimió de la maldición de la ley, habiéndose hecho maldición por nosotros (porque escrito está: Maldito todo el que cuelga de un madero), a fin de que en Cristo Jesús la bendición de Abraham viniera a los gentiles, para que recibiéramos la promesa del Espíritu mediante la fe […]. Y si sois de Cristo, entonces sois descendencia de Abraham, herederos según la promesa.» (Gálatas 3:13-14, 29).

Si usted se entregó a Jesús como su único Señor y Salvador, entonces, tendrá derecho a las mismas promesas que Dios le hizo Abraham. Y, por ende, será igual a Jacob: no aceptará una vida fracasada porque tiene derecho a ellas.

Así que, antes de finalizar, el obispo refirió que «si usted es hijo de Dios, si es de Cristo, luche hasta que gane. No use sus sentimientos. Muchos dicen: “Si Dios no me bendice, me voy de la iglesia”. Eso no hace que Él obre. Si es hijo de la promesa, pelee hasta que se cumpla. La principal es el Espíritu Santo, porque si Lo recibe, tendrá al propio Dios en su interior. Una vez que Lo tenga, ¿quién le ganará? Aunque los demás le abandonen, ganará, porque Él estará con usted. Y eso ya es suficiente».

Por lo tanto, luche para escribir una nueva historia y vencerá.