Reducirán los juicios laborales de años a 45 días

En el 2022 se acabará con todo rezago nacional de juicios laborales

La Academia Mexicana del Derecho Procesal del Trabajo reporta que en el país hay más de 400 000 juicios laborales vigentes sin una resolución cercana. Y es que antes de las nuevas reformas, los juicios laborales duraban hasta cinco años. Sin embargo, las modificaciones a la Reforma Laboral, aprobadas por el pleno el año pasado prevén que los juicios laborales tengan un periodo máximo de duración de 45 días.

La nueva ley plantea que en lugar de iniciar un juicio y después conciliar, debe existir una etapa prejudicial para buscar acuerdos entre el empleador y el patrón. La ley refiere: «Se propone que la instancia conciliatoria sea un requisito prejudicial a cargo de centros de conciliación especializados. La instancia conciliadora no podrá exceder de 45 días naturales, permitiendo que lleguen a tribunales solo aquellos casos en los que realmente sea imposible un arreglo conciliatorio».

En caso de que ambas partes no lleguen a un acuerdo, la reforma promueve que se inicie un juicio que será predominantemente oral. Por su parte, la Secretaría del Trabajo dio a conocer que esperan terminar con el rezago de demandas laborales en 2022.

«Gané una demanda en la que tenía todo en mi contra»

«Pasé por momentos complicados porque atravesaba un proceso legal. Una demanda que amenazaba con dejarme sin mi patrimonio. Corría el riesgo de perder el departamento que había comprado con mucho esfuerzo.

Pese a que hice todo lo que estuvo en mis manos, perdí la demanda. Sin embargo, no me conformé con el resultado. Me hablaron de la Universal y de las reuniones de los lunes: el Congreso para el Éxito. Vine con la fe de que pudieran orientarme sobre mi caso, escuché la prédica y aprendía a usar mi fe.

Seguí cada consejo que me dieron, con mi confianza puesta en el Señor Jesús pedí una apelación ante el resultado previo de la demanda. Oré y obedecí la Palabra de Dios, no pasó mucho tiempo cuando me dieron la noticia de que había ganado la apelación y no perdí mi patrimonio.

Hoy sé que Dios es el justo juez y que cuando nos sometemos a su voluntad no deja a sus hijos desamparados. A su lado, logré lo que a ojos humanos parecía imposible: ganar esta demanda.» -Maura Herrera