¿Quién está listo para la guerra?

¿Quién está listo para la guerra?

Por Departamento Web 2

Estamos en una gran batalla espiritual y vencer o ser vencido es una opción de cada uno

En muchas ocasiones, se vende la idea de una vida cristiana con paz interior y social y una realidad tranquila, lejos de preocupaciones. Los que piensan que están libres de desafíos, no obstante, necesitan despertar espiritualmente y entender que quien asume la Fe se coloca en la línea de combate en el campo de batalla espiritual. La elección que tenemos que hacer se relaciona al tipo de reacción que tendremos: luchar o convertirse en víctima; atacar o ser masacrado.

En Mateo 10:34, tenemos una advertencia realizada por el Señor Jesús, cuando el Príncipe de la Paz nos llama a la guerra: “No penséis que he venido para traer paz a la tierra; no he venido para traer paz, sino espada”. Mientras los aventureros de la Fe desconocen la propia realidad, los prudentes hacen de la Fe una gran aliada.

¿Contra quién es la lucha?

Nuestro enemigo espiritual no debe ser subestimado, a final de cuentas, a pesar de estar condenado, aún ruge como un león. Consciente de que el lado perdedor le pertenece, no deja de atacar a la creación de Dios que más envidia le despierta: el ser humano. Es lo que está escrito en 1 Pedro 5:8: “Sed sobrios, y velad; porque vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar”.

La guerra no es contra carne o sangre, como está descrito en Efesios 6:12, sino que es espiritual. Eso resalta la necesidad de estar preparado para la batalla. La lucha contra el diablo exige espiritualidad del cristiano, pero otra batalla simultánea exige la misma postura. Si, por un lado, tenemos al cristiano luchando por la Salvación del alma al combatir las tentaciones del mundo, también tenemos al cristiano luchando contra las propias voluntades que, en la mayoría de las veces, pueden conducirlo al pecado. El pecado es el que nos aparta de Dios y, apartado de Él, cualquiera se vuelve vulnerable, ya sea que tenga o no un título o una responsabilidad dentro de la Iglesia.

El obispo Macedo menciona que “la peor guerra que enfrentamos no es armada y no involucra cuarteles, misiles o carros blindados”. Eso significa que se trata de la guerra de nuestro interior, pues es allí, en medio del silencio, en lo más profundo de cada uno, que la muerte espiritual se instala y nos destruye poco a poco. Es necesario, por lo tanto, que cada uno se concentre en su propia condición espiritual, ya que nadie puede ir debilitado a la guerra.

La Palabra de Dios resalta la importancia de conocer la Verdad y que, por medio de ella, seremos liberados (Juan 8:32). Pero ¿cómo conocer la Verdad sin que nos esforcemos espiritualmente? ¿Cómo probar la Vedad, que es el Propio Dios, siendo indiferente a Su Palabra? Y aún más: ¿cómo diferenciar la Voz de la Verdad si somos, constantemente, inducidos al error por la voz del diablo, del pecado y de la mentira? Es exactamente esa confusión que diablo quiere instalar en cada uno y, con ella, conseguir brechas para implantar el infierno que inició al rebelarse dentro de cada blanco.

En Apocalipsis 12:7-9, vemos que la guerra espiritual es milenaria y que las apuestas del diablo también. Allí, en el Edén, él arrojó una de sus armas principales: el engaño. “Entonces el Señor Dios dijo a la mujer: ¿Qué es lo que has hecho? Y dijo la mujer: La serpiente me engañó, y comí” (Génesis 3:13). El mismo espíritu caído que derribó a Adán y a Eva —y que también ha postrado a muchos— usa el engaño, la desobediencia y la malicia para convencer y derribar a muchos.

Los blancos principales del infierno son los que recibieron el Espíritu Santo. Los que no Lo tienen no intimidan al diablo. Los que lo incomodan tienen el Espíritu Santo, pues, de esa manera, reciben autoridad espiritual para derrotarlos, como se relata en Lucas 10:19: “He aquí os doy potestad de hollar serpientes y escorpiones, y sobre toda fuerza del enemigo, y nada os dañará”. Después, él los quiere.

Una de las lecciones del obispo Macedo es la siguiente: “el hombre natural está completamente desprevenido para enfrentar al diablo”. Y esa condición hace al lector cuestionarse: ¿cómo ser espiritual sin tener el Espíritu Santo? Y ¿cómo tener el Espíritu Santo o estar bien espiritualmente sin sacrificio?

Si las artimañas que provienen del infierno son muchas, nos resta saber manejar —y muy bien— nuestra única y arma principal: la Fe. Por eso, ningún bautizado con el Espíritu Santo se mantiene vencedor cuando negligencia o desconoce al propio armamento. Solo los que valoran la Salvación vencen la guerra, al diablo y así mismos. Solo los nacidos de Dios logran mantenerse de pie e incluso ayudan espiritualmente al prójimo.

Escuela de la Fe Inteligente

Todos los miércoles, usted puede continuar aprendiendo a vencer sus guerras por medio de la fe, especialmente a las 7 p. m., en el Templo de los Milagros o en la Universal más cercana a su domicilio. ¡No falte!

Otros horarios de la reunión: 7:30 a. m., 10 a. m., 12 p. m. y 4 p. m.

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