¿Qué ocurre cuando un siervo de Dios se pierde?
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Hay personas que terminan corrompiéndose, incluso haciendo la obra del Señor Jesús. Y esto es lo que dice la Biblia al respecto:
«Pero se levantaron falsos profetas entre el pueblo, así como habrá también falsos maestros entre vosotros, los cuales encubiertamente introducirán herejías destructoras, negando incluso al Señor que los compró, trayendo sobre sí una destrucción repentina» (2 Pedro 2:1).
Este pasaje bíblico muestra que el propio Dios dejó un aviso en Su Palabra de que algunas personas alcanzarían un título o posición importante en la obra del Señor Jesús. Y aun así, se convertirían en «falsos profetas».
Es decir, estas personas han estado enseñando cosas contrarias a los principios de la fe, como la obediencia, el sacrificio, la perseverancia, la sinceridad, la sumisión y la transparencia. Y lo siguen haciendo entre bastidores, a escondidas del conocimiento de los demás y con malas intenciones.
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¿Por qué se perdieron?
Esto sucede porque, a pesar de que fueron rescatados, en un momento determinado de sus vidas, dejaron espacio para el orgullo y el conformismo. Volviéndose malagradecidas, sin temor y con malos ojos. En otras palabras, no guardaron su corazón, dejaron de priorizar el alma para priorizar más su posición.
Sin embargo, estos falsos profetas pronto son descubiertos, ya que el Espíritu Santo los revela y los remueve de Su obra. Esta remoción no es para que se pierdan, sino para que reconozcan su estado real. Por tanto, cuando alguna autoridad (obispo, pastor, obrero…) es quitada de la obra, no es para ser expulsada de la Iglesia y del Cuerpo de Cristo. Sino para ser curada, para su restauración y restitución a la obra.
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