«Por una transfusión me dio hepatitis y cirrosis»
Una de las enfermedades del hígado es la hepatitis C, una infección viral que causa daño e inflamación en este órgano. Estimaciones de la Organización Mundial de la Salud señalan que alrededor de 50 millones de personas tienen una infección crónica por este virus. La vía de transmisión es a través del contacto con la sangre de una persona infectada, como le ocurrió a Gloria Ortega Cariño:
«En una ocasión que me enfermé recibí una transfusión de sangre. Pero tiempo después, a raíz de eso, me contagié de algo peor, pues cuando me volví a enfermar, me dijeron que tenía hepatitis y cirrosis y la enfermedad estaba muy avanzada. Por ello, les indicaron a mis hijos que no me dejaran salir a la calle porque empezaría a perder la memoria, me iba a hinchar y arrojaría sangre por todos lados; ya no me daban ninguna esperanza, mi situación parecía imposible».
Comúnmente esta enfermedad no presenta síntomas al principio de su aparición, ya que el virus va dañando el hígado lentamente entonces pueden pasar semanas, meses o hasta años hasta que presente síntomas graves como en el caso de Gloria, que de por hepatitis desarrolló cirrosis. A decir de los especialistas, los síntomas de esta enfermedad hepática en etapa terminal son el sangrado, el aspecto amarillento de la piel, dolor abdominal, náuseas, acumulación de líquido en abdomen y piernas, problemas de memoria, entre otros.
«Aunque me hablaron de un tratamiento no pude realizarlo porque era muy costoso. Regresé a casa muy triste y me puse a llorar, pero como ya acudía a la Universal y conocía la Palabra de Dios, decidí usar mi fe pues leí en Su Palabra: “No temas, Yo estoy contigo”. Me levanté de la cama y dije: “no me voy a dejar caer porque tengo a Dios y sé que me va a sanar”. Decidí hacer un voto en el Altar con la certeza de que iba a estar bien. Gracias a Dios, cuando me hicieron estudios nuevamente ya no tenía nada.
A pesar de los milagros en mi vida, tardé bastantes en entregarme por completo a Dios; fue un proceso complicado porque yo me enojaba por todo y era muy orgullosa, pero cuando decidí cambiar y renunciar a mi manera de ser, el Espíritu Santo pudo obrar en mí. Hoy soy muy diferente e incluso mis hijos lo notan, pues mi carácter cambió e incluso ahora siento un gran amor por todas las personas.
A quien esté pasando por un problema, le diría que no rechace esta invitación, Dios existe, sana y transforma vidas», finalizó.
Casos Imposibles
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