¿Por qué el hijo primogénito de Israel perdió su excelencia?

¿Por qué el hijo primogénito de Israel perdió su excelencia?

Por Departamento Web

Conozca la historia de Rubén y la lección de vida para usted

Cuando Dios vio que Lea era despreciada, le concedió dar a luz a un varón. Él fue llamado Rubén. Por ser el hijo mayor de Jacob, recibiría la bendición de la primogenitura. Solo que su desconsideración con respecto a Dios, lo hizo perder ese derecho a la bendición.

Él tenía cualidades notables. Su padre lo consideraba excelente en honra y poder y era impetuoso como las aguas (Génesis 49:3-4).

En dos momentos descritos en el libro de Génesis, podemos señalar cuánto él quería el bien de su familia: cuando sus hermanos tramaron la muerte de José, él de cierta forma intercedió para salvarlo de la envidia de sus hermanos:

“Y dijeron el uno al otro: He aquí viene el soñador. Ahora pues, venid, y matémosle y echémosle en una cisterna, y diremos: Alguna mala bestia lo devoró; y veremos qué será de sus sueños. Cuando Rubén oyó esto, lo libró de sus manos, y dijo: No lo matemos. Y les dijo Rubén: No derraméis sangre; echadlo en esta cisterna que está en el desierto, y no pongáis mano en él; por librarlo así de sus manos, para hacerlo volver a su padre” (Génesis 37:19-22).

Y, posteriormente, cuando se mostró dispuesto a perder a sus propios hijos en garantía de que traería a salvo de Egipto a su hermano menor, Benjamín:

“Y Rubén habló a su padre, diciendo: Harás morir a mis dos hijos, si no te lo devuelvo; entrégalo en mi mano, que yo lo devolveré a ti” (Génesis 42:37).

Sin embargo, sus cualidades no fueron suficientes para que él venciera su pasión por Bilha, la concubina de su padre:

“Aconteció que cuando moraba Israel en aquella tierra, fue Rubén y durmió con Bilha la concubina de su padre; lo cual llegó a saber Israel” (Génesis 35:22).

El estupendo hijo de Jacob, con esta actitud, estaba despreciando su valor. Es más, durante dos veces, ahora Israel, vio a las personas de su familia despreciando la bendición de la primogenitura. La primera vez, su hermano Esaú y, ahora, su propio hijo.

Rubén solo se dio cuenta de la insensatez que había cometido cuando oyó lo que su padre le dijo al reunir a sus hijos para bendecirlos:

“Rubén, tú eres mi primogénito, mi fortaleza, y el principio de mi vigor; principal en dignidad, principal en poder. Impetuoso como las aguas, no serás el principal, por cuanto subiste al lecho de tu padre; entonces te envileciste, subiendo a mi estrado” (Génesis 49:3-4).

Cuando Rubén subió al lecho de su propio padre, y se acostó con su concubina, no consideró la honra de Israel. Su excelencia fue perdida allí.

Resista

Lleve esto a nuestra época: ¿cuántos hombres y mujeres, excelentes en su fe, perdieron todo por no resistir un deseo del corazón? Sus ojos codiciaron algo o alguien y ellos sucumbieron a la propia carne, sin pensar al menos en todo lo que estarían despreciando.

“No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea humana; pero fiel es Dios, que no os dejará ser tentados más de lo que podéis resistir, sino que dará también juntamente con la tentación la salida, para que podáis soportar” (1 Corintios 10:13).

El obispo Edir Macedo explica que quien le echa la culpa a su humanidad para justificar sus errores y debilidades, argumentando que Dios “sabe y entiende”, se engaña.

“La tentación que nos sobreviene es evaluada por Él y permitida dentro de un grado y un límite que el justo pueda resistir. Aquellos que ceden y caen, lo hacen porque dejaron de creer y de depender del propio Dios”, resaltó.

De repente, usted está ahí, a punto de cometer una locura debido a una pasión. Deténgase e intente pensar en medio de toda esta “ceguera”: ¿usted tiene idea de lo que está listo a perder? ¿Acaso todo lo que Dios le ha concedido, toda la importancia que Él le ha concedido, toda la importancia que Él le ha dado no valen absolutamente nada?

Todo lo que usted construyó hasta ahora será dispersado en el aire a causa de algunos simples momentos de placer sin Dios.

La vida cristiana nunca será exenta de luchas y tentaciones. Sin embargo, nunca viviremos nada de lo que no seamos capaces de soportar y vencer, pues tenemos un Señor fiel y justo que no lo permitirá.

No quiera el mismo fin de Rubén. Resista y continúe siendo honrado y excelente ante Dios y los hombres.

La más excelente honra

Tener la plenitud de la presencia del Altísimo, haciendo morada dentro de nuestro ser, es la más excelente honra que un ser humano puede recibir. El Ayuno de Daniel, para el avivamiento del Espíritu Santo, es una excelente oportunidad tanto para los que aún no fueron bautizados con el Santo Espíritu como para los que ya lo fueron, pero desean crecer en intimidad con Dios.

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