«Por el bullying no podía ni verme al espejo»
«Desde niña siempre tenía miedo incluso sentía que al ir a la escuela mis papás me iban a abandonar. Además, crecí con depresión a raíz del bullying que sufría en la escuela, mis compañeros se burlaban de mí por mi aspecto físico. Esas palabras se quedaron en mi mente y me volví una persona tímida. Todo el tiempo me sentía fea, no podía ni verme al espejo porque no me gustaba lo que veía y comencé a compararme con los demás. En casa trataba de disimular y decía que tenía amigos cuando en realidad siempre estaba sola. Llegué a pensar que si me moría nadie se iba a preocupar pues era un estorbo para mi familia y si yo moría a ellos les iba a beneficiar. Me sentía sin un propósito de vida. Decía: “solo estoy viviendo porque desperté”. Al fallecer mi papá comencé a llenar el vacío que tenía con fiestas y malas amistades.
Mi mamá ya iba a la Universal y una vez me abrí con ella y le conté como me sentía, ella me dijo que no estaba fea, que Dios me había creado y para Él era bella, pero yo no le creía, en mi mente tenían más fuerza las palabras negativas. Aunque yo también asistía, lo hacía a la fuerza, pensaba que la iglesia era para viejitos.
Nunca ponía atención a lo que decían, pero en una ocasión escuché que había una verdadera felicidad, que no era momentánea; eso me hizo pensar que yo había tenido felicidades momentáneas cuando me regalaban algo, pero aun así no era feliz; también escuché que había un Espíritu Santo, pero yo no creía, decía, “¿cómo va a estar la presencia de Dios en mí? No obstante, esas palabras se quedaron en mi interior. Y a partir de ese día empecé a cambiar y fui siendo libre de las cosas que me atormentaban. Creí en la Palabra que dice que al que cree todo le es posible y luché por recibir Su presencia: oraba, leía la Biblia y confiaba en que lo recibiría. La presencia de Dios descendió sobre mí y aunque ya no tenía un padre físico, ahora tenía un Padre espiritual. Hoy ya no me siento mal con mi apariencia, no hay vanidad ni vacío y Dios me dio amor propio.» -Ximena Estrada
Hay esperanza
Si has estado triste o tienes depresión, te invitamos a participar en las reuniones del Templo de los Milagros: Av. Revolución núm. 253, en la colonia Tacubaya, CDMX. Por tu fe, es posible superar el mal del siglo.
También puedes consultar el horario de la reunión en la Universal más cercana a tu domicilio.
(*) La asistencia espiritual no sustituye los cuidados médicos. Será el tipo de trastorno, su origen y el modo de ser de la persona los que configurarán la manera de orientar, en cada caso.
comentarios