“Por 14 años, estuve involucrada en el ocultismo”
María G. Mondragón
“Recuerdo que desde la niñez, tuve problemas espirituales: mi cuerpo se quedaba estático y mi espíritu se desprendía de él, veía todo desde otra dimensión. Esto me provocaba desesperación y angustia aunque lo platicaba con mis padres, no comprendían la magnitud. Me llevaron con un chamán, quien les dijo que a una cierta edad, debían entregarme a ellos para servir a los espíritus.
En mi casa siempre había golpes y humillaciones, incluso mi padre, quien era adicto al alcohol, intentó matarnos a todos, pero logramos huir. Harta de esta vida, me casé con solo 16 años. Sin embargo, la historia se repitió y peor, pues mi esposo no solamente se embriagaba, también ingería drogas. Nos peleábamos a los golpes e, incluso, en una ocasión me puso una pistola en la cabeza.
También tuve problemas de salud, infecciones y hemorragias fuertes. Posteriormente, me entregué al 100 por ciento a la brujería: el peor momento fue cuando me pidieron que entregara a alguien, entregué a mi hijo y ese mismo día se cayó una cisterna en la que casi pierde la vida. Ahora, entiendo que Dios tenía un plan para nosotros porque no murió. Llegué a permanecer en grutas cortándome el cuerpo, bañada en sangre y hasta bebiendo la de seres humanos y animales. Este infierno duró 14 años.
Una vecina me invitó a participar en la Universal, pero le dije que no lo necesitaba. Sin embargo, cuando me vi sin salida, yo misma le pedí que me llevara. Llegué un domingo y aunque el cambio no fue inmediato, cambié. Seguí viniendo hasta que mi vida cambiara. Hoy en día, después de tantos años, dejé de servir a la brujería para servir a Dios.
Los tormentos espirituales, los vicios y las enfermedades fueron reemplazados por una paz inmensa, sanidad y alegría. La relación con mi marido es excelente, compartimos nuestro tiempo… ¡somos muy felices! En nuestra casa, el Espíritu Santo es quien manda y es el Autor de tanta dicha”.
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