Pon a la ansiedad en su lugar

Pon a la ansiedad en su lugar

Por Social Media

¿Qué hacer para que Dios realmente esté en el control?

Que tire la primera piedra la persona que nunca ha estado ansiosa. Al respecto, la Universidad de Cambridge refiere que la ansiedad suele ser dos veces más intensa en las mujeres que en los hombres. Para llegar a esa conclusión, se analizaron más de mil artículos e investigaciones publicadas desde 1999 sobre la ansiedad y depresión.

La ansiedad es un deseo intenso de algo o algunas cosas al punto de quitarle a alguien su tranquilidad y paz de espíritu, además de provocar en ella sufrimiento emocional.

Lo mismo fue comunicado por la Organización Mundial de la Salud (OMS), que clasifica al trastorno de ansiedad como un sentimiento constante de preocupación, miedo e incapacidad.

¿Va a cambiar algo?

Pero ¿por qué las mujeres tienen la manía de entregarse a la ansiedad y consideran que puede cambiar algo en su vida?

La ansiedad demuestra falta de confianza. Es un miedo y el miedo es no confiar. Por eso, tener esa característica no vale nada para las mujeres. Al contrario, solo acarrea daños.

Entregar el sentimiento

A pesar de ser algo común, principalmente entre las mujeres, la Biblia orienta que es necesario entregar ese sentimiento perjudicial en las manos de Dios, como está escrito en 1 Pedro 5:7: «echando toda vuestra ansiedad sobre Él, porque Él tiene cuidado de vosotros».

En Lucas 12:22-25 también se recomienda dejar las preocupaciones a un lado: «Dijo luego a sus discípulos: Por tanto os digo: No os afanéis por vuestra vida, qué comeréis; ni por el cuerpo, qué vestiréis. […] Considerad los cuervos, que ni siembran, ni siegan; que ni tienen despensa, ni granero, y Dios los alimenta. ¿No valéis vosotros mucho más que las aves? ¿Y quién de vosotros podrá con afanarse añadir a su estatura un codo?».

Otro pasaje en las Santas Escrituras debe ser tomado en cuenta: «Vosotros, pues, no os preocupéis por lo que habéis de comer, ni por lo que habéis de beber, ni estéis en ansiosa inquietud. […] Mas buscad el reino de Dios, y todas estas cosas os serán añadidas.» (Lucas 12:29-31).

Entonces, podemos darnos cuenta de que la raíz de toda inquietud y preocupación es mucho más profunda de lo que se puede imaginar. Dentro del gigante universo de las mujeres ansiosas, ¿cuántas son capaces de mirarse a sí mismas y reconocer la pequeñez de su propia fe? ¿Cuántas verbalizan sus propias ansiedades y son capaces de decir, por lo menos a sí mismas, que hay un pequeño o grande hueco dentro de ellas (con la oportunidad de convertirse en un abismo) con respecto a su confianza en Dios?

Dale la vuelta a la página

Para bajar tu nivel de ansiedad y dejar de ser rehén de tus propios sentimientos, no hay secreto, sino una decisión: para que salgas de ese estado en el que te encuentras no es fácil, pero si quieres, existe una salida. No hay facilidad ni «pan comido». No es solo decir «¡tan tan!» y las cosas suceden. Tienes que hacer tu parte (que es confiar), para que Dios haga la suya.

(*) La asistencia espiritual no sustituye los cuidados médicos. Será el tipo de trastorno, su origen y el modo de ser de la persona los que configurarán la manera de orientar, en cada caso.

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