«Pensamos en lanzarnos de un puente para acabar con todo»

«Pensamos en lanzarnos de un puente para acabar con todo»

Por Departamento Web 2

La falta de ingresos es una realidad a la que se enfrentan miles de mexicanos todos los días. Lo anterior tiene consecuencias graves: falta de alimento y desarrollo de enfermedades por la falta de higiene, que a su vez se debe a la ausencia de servicios básicos como agua potable, luz y gas.

Recientemente, la directora del Instituto de Investigación para el Desarrollo con Equidad (EQUIDE), Graciela Teruel, dijo que entre mayo del 2020 y marzo del 2021 creció un 2 por ciento el número de mexicanos que viven en una situación deplorable. Añadió que la crisis continuará lo que resta del año en curso.

En cuanto a la seguridad alimentaria, el instituto indicó que el 36 por ciento de los mexicanos tiene inseguridad alimentaria leve, 20 por ciento tiene alimentación moderada y 17 por ciento tiene seguridad alimentaria severa.

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«Estamos hablando de personas que tienen hambre, que han pasado los últimos días sin comer. Esto tiene que ver con personas que ven reducida no solo la calidad de los alimentos que consumen, sino la cantidad», comentó la titular.

Debido a la situación tan precaria, algunos hogares no solamente no pueden llevar comida a la mesa, también viven en condiciones infrahumanas que afectan severamente su condición de vida. El no tener acceso a los servicios básicos, y a la higiene, desencadena una serie de enfermedades que tampoco pueden solventar.

«Vivíamos entre ratas, cucarachas y chinches»

«Viví en una vecindad por más de 18 años, en un cuarto de 4×4. Ahí teníamos que hacer nuestras necesidades en un bote, pues se compartía el baño con más de 20 personas. Por esta aglomeración vivíamos entre plagas de ratas, cucarachas y chinches. Una situación que marcó nuestra vida fue cuando mi mamá tuvo cáncer. El problema nos llevó a esperar los días de tianguis para recolectar las sobras de los puestos. Nos conocían como estafadores, como los apestosos, porque nunca pagábamos la renta, ni había para comer.

Las circunstancias generaron conflictos en la familia: mi papá se tornó alcohólico y golpeador. Yo caí en un cuadro de tristeza y depresión profunda, no quería saber nada de la vida. Mi mamá se sentía igual, ya no aguantábamos tanto sufrimiento. Esperábamos el momento en el que llegara mi papá a golpearnos, que el hambre no nos dejara dormir o que la miseria en la que vivíamos, con las ratas y ratones, nos llevara a la desesperación. Esto llevó a mi mamá a decir: “vamos a acabar con todo, vamos a salir a tirarnos de un puente y acabar con el sufrimiento”. Pero justo ese día pasamos la tragedia de ser asaltados, aún sin tener nada. Los asaltantes agredieron a mi madre. Sentí indignación, odio hacia la vida, hacia todo lo que me rodeaba. Fueron noches de sufrimiento, llanto y no tener ganas de vivir.

Llegué a la Universal, lo primero que encontré fue paz y tranquilidad. Fue tanta la descarga que tuve, que dormí por más de 12 horas, plenamente, con tal restauración en alma y cuerpo, que al día siguiente me levanté con nuevas energías. Esa semana oímos hablar de la Hoguera Santa y decidimos escuchar la voz de Dios, fuimos al Altar con nuestro voto.

«Seguía siendo la misma persona con odio»

Dios respondió con la sanidad de mi mamá, sin embargo, aunque yo había visto Su grandeza al curar a mi madre, yo no me había entregado por completo. Participaba en las campañas y generaba mis sacrificios, pero seguía siendo la misma persona con odio a mi familia, a la sociedad, inseguro, engañador, no era leal ni con las personas ni con Dios.

Al sentirme así, me entregué por completo en el Altar. Me despojé de todo, sacrifiqué mi orgullo, los malos pensamientos y hábitos. Como respuesta Dios abrió mi visión, retomé mis estudios y proyectos: conquisté entrar a la Universidad. Dios ya me había bendecido con muchos bienes, pero decidí renovar mi voto con Dios. Quería una plena transformación y Él abrió mi visión de tal manera que en donde quiera que colocaba mis manos, había multiplicación.

Todos los proyectos que emprendía en el trabajo me daban prestigio y reconocimiento. Directores de diferentes países me solicitaban, gracias a esto me promovieron y logré terminar una maestría en calidad, otra maestría en dirección de empresas y realicé un diplomado en negocios internacionales en París. Viajé a Europa y conocí toda Latinoamérica, también el Templo de Salomón.

Mi padre dejó los vicios. Hoy en mi hogar hay paz, alegría y armonía. Pagamos 500 mil en deudas. Después de vivir en la vecindad, construí la casa de mis sueños: tres pisos, amueblada a mi gusto con una sala hermosa, cocina, escalera alfombrada y también coloqué las habitaciones principales con un jacuzzi. Tengo oficina propia y lo más importante en mi casa, hay un espacio para mi comunión con Dios. Para mí la mayor conquista es el Espíritu Santo. Él es mi inspiración, mi fuente, mi motor, mi motivación para seguir adelante. Aún con dificultades, siento esa protección. Su Espíritu Santo es la fuerza que me permite conquistar cualquier cosa.» – Raúl Manrique

Una nueva identidad

Participar en la Hoguera Santa es la oportunidad que estabas buscando para cambiar tu identidad.

Así como este testimonio, puede que seas conocido por no tener dinero para pagar la renta o por siempre pedir prestado. Tal vez estás pasando por muchas dificultades e incluso has pensado en quitarte la vida, pero como Raúl, tienes la posibilidad de escribir una nueva historia este próximo 11 de julio.

De la misma manera en que Dios cambió el nombre de Jacob a Israel (lo cual representa un cambio de identidad e historia), la transformación de vida sucederá para los que creen.

A modo de preparación, participa en el clamor de la Caminata de la Fe hacia el Vado de Jaboc, que se transmitirá, de lunes a viernes, a las 10 p. m. —horario de la Ciudad de México—, si quieres saber un poco más, haz clic aquí.

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