Para quien está muerto en vida

<strong>Para quien está muerto en vida</strong>

Por Departamento Web 2

«No existe un caso perdido», dijo el obispo Franklin Sanches durante la reunión de domingo del pasado 5 de febrero. Sin importar cuál sea la situación por la que usted está atravesando, si persevera y, sobre todo, si se llena del Espíritu Santo, va a vencerlo todo. Incluso, «hay personas que hacen sus votos, sus sacrificios, pero al instante no ven un resultado. No obstante, aunque parezca en vano, Dios nunca deja de responder una oración», explicó.

«La mano del Señor vino sobre mí, y me sacó en el Espíritu del Señor, y me puso en medio del valle que estaba lleno de huesos. Y Él me hizo pasar en derredor de ellos, y he aquí, eran muchísimos sobre la superficie del valle; y he aquí, estaban muy secos. Y Él me dijo: Hijo de hombre, ¿vivirán estos huesos? Y yo respondí: Señor Dios, tú lo sabes.» (Ezequiel 37: 1-3).

Dios puso al profeta en medio de un valle lleno de huesos secos, sin vida. Además de hacerlo ver y andar en ese sitio, Él le preguntó si esos huesos tendrían posibilidades de vivir. De acuerdo con el obispo Franklin, «el profeta vio una situación caótica, que a los ojos humanos era irreversible, pero el profeta le respondió: “Señor, tú lo sabes”».

Hay personas que están pasando por una situación que, humanamente, también es caótica. Y cuando se les pregunta: «¿será que ese problema se va a resolver? ¿Hay remedio para esa enfermedad? ¿La pareja volverá? ¿El hijo dejará la droga?», muchos dicen: «primero Dios», pues saben que a los ojos humanos no hay salida.

«Entonces me dijo: Profetiza sobre estos huesos, y diles: Huesos secos, oíd la palabra del Señor. Así dice el Señor Dios a estos huesos: He aquí, haré entrar en vosotros espíritu, y viviréis. Y pondré tendones sobre vosotros, haré crecer carne sobre vosotros, os cubriré de piel y pondré espíritu en vosotros, y viviréis; y sabréis que yo soy el Señor. Profeticé, pues, como me fue mandado; y mientras yo profetizaba hubo un ruido, y luego un estremecimiento, y los huesos se juntaron cada hueso con su hueso. Y miré, y he aquí, había tendones sobre ellos, creció la carne y la piel los cubrió, pero no había espíritu en ellos.» (Ezequiel 37:4-8).

Contrario a lo que se piensa, profetizar no significa adivinación, sino hablar la Palabra de Dios. Cuando se habla de lo que está escrito, en este momento se está profetizando. «Entonces, él dijo que cuando profetizó, todo comenzó acomodarse y ajustarse; crecieron los tendones, piel, carne, pero todavía no tenían espíritu», dijo el obispo.

Muchas veces esto sucede dentro de la iglesia. Por la fe en lo que está escrito, la vida de muchos comienza a acomodarse: el matrimonio se restaura, la prosperidad comienza, etc. No obstante, mientras la persona no reciba el Espíritu Santo, estará muerta en vida. Los milagros como la sanidad, liberación o en la familia, son importantes, sin embargo, «Dios quiere entrar en usted y llenarle de Su presencia. Después de que eso acontezca, usted va a tener una vida completa».

«Entonces Él me dijo: Profetiza al espíritu, profetiza, hijo de hombre, y di al espíritu: Así dice el Señor Dios: Ven de los cuatro vientos, oh espíritu, y sopla sobre estos muertos, y vivirán. Y profeticé como Él me había ordenado, y el espíritu entró en ellos, y vivieron y se pusieron en pie, un enorme e inmenso ejército.» (Ezequiel 37:9-10).

Cuando Él entra a una vida, la persona ya no permanece caída ni postrada, no se resigna ni se conforma, pues Él la levanta y le da disposición y ánimo. Sin el Espíritu Santo, usted será desequilibrado en su vida emocional. Por ejemplo, cuando el Espíritu entró en esos huesos secos, estos se pusieron de pie. «Entonces, la persona se vuelve un soldado, está preparada para luchar y enfrentar cualquier situación, ya no será sentimental, sino que pasará a ser parte de un ejército. Eso muestra que, aunque usted tenga el Espíritu Santo, no significa que no vaya a tener luchas. Aunque vengan, uno estará preparado», explicó.

«Entonces Él me dijo: Hijo de hombre, estos huesos son toda la casa de Israel; he aquí, ellos dicen: Nuestros huesos se han secado, y nuestra esperanza ha perecido. Estamos completamente destruidos. Por tanto, profetiza, y diles: Así dice el Señor Dios: He aquí, abriré vuestros sepulcros y os haré subir de vuestros sepulcros, pueblo mío, y os llevaré a la tierra de Israel. Y sabréis que yo soy el Señor, cuando abra vuestros sepulcros y os haga subir de vuestros sepulcros, pueblo mío. Pondré mi Espíritu en vosotros, y viviréis, y os pondré en vuestra tierra. Entonces sabréis que yo, el Señor, he hablado y lo he hecho —declara el Señor.» (Ezequiel 37:11-14).

Tal vez usted piensa que no hay esperanzas, pues lo desahuciaron, está endeudado y tiene una vida destruida. Aunque todos digan que su problema es imposible, eso no importa. Lo que importa es lo que está escrito. «Él dijo que pondría Su Espíritu dentro de usted y, si eso acontece, su historia de vida cambia», finalizó.

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