Obra del Espíritu Santo

En la oración sacerdotal de Jesús, en el Evangelio de Juan 17:1-26, Él dijo: «Padre, la hora ha llegado; glorifica a Tu Hijo, para que también Tu Hijo Te glorifique a Ti; como le has dado potestad sobre toda carne, para que dé vida eterna a todos los que le diste. Y esta es la vida eterna: que Te conozcan a Ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado. Yo Te he glorificado en la tierra; he acabado la obra que me diste que hiciese.».

La obra que Dios le dio a Jesús fue consumada en la Cruz del Calvario. En ese entonces, Jesús bebió la copa de la maldición para que pudiéramos beber la copa de la Salvación servida por Él. Aquí está la gracia de Dios que se extiende a todos los que creen en Él. Sin embargo, esa obra que Jesús hizo solo termina cuando el Espíritu Santo le revela a la persona al Señor Jesús.

Es por eso que es necesario buscar el Espíritu Santo. Cuando la persona entiende que es necesario tener fe para tomar la copa de la Salvación que el Señor Jesús ofrece, ella también entiende que necesita al Espíritu Santo. Entonces, Él viene sobre ella y le da fe, discernimiento y condición para entender la Palabra de Dios, para que el Señor Jesús le sea revelado.

Y para que el Espíritu Santo pueda revelarle la Palabra de Dios a la persona, es necesario que ella sea humilde, se incline delante de Dios y reconozca que necesita la Salvación a cualquier costo.