Obedezca a Dios en las pequeñas cosas

Muchas decisiones que la fe nos exige tomar nos van a doler, nos harán un nudo en la garganta, nos dejarán un gran vacío por un lugar que debe ser abandonado o por una relación que hay que romper.
Dios sabe que vamos a sufrir.
Pero Él también sabe que no existe crecimiento sin dolor.
Por eso, Él pide.
Sin embargo, cuando aceptamos Su gobierno sobre nosotros, Él viene a consolarnos.
Y las Manos de nuestro Señor enjugan nuestras lágrimas, alegran nuestros corazones y llenan todos los vacíos que deja la obediencia a Él.
Cualquiera que haya obedecido alguna vez a Dios en algo que realmente le dolió puede confirmar cuánto ha valido la pena.
Por Núbia Siqueira
Santo Culto – Rendirse para vencer
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