¿No traicionarías a Dios, pero haces esto?

Puede que ya hayas sido cambiado o sustituido por alguien y tal vez escuchaste la siguiente frase: «ya no te necesito, hay otra persona en tu lugar». ¿Cómo te sentiste?

Muchos ya pasaron por una traición y fueron sustituidos; otros fueron despedidos del trabajo y pusieron a otra persona en su lugar. Sea de la forma que haya sido, el dolor de ser sustituidos afecta nuestro ser y nuestra esencia.

La sustitución refleja que no fuimos satisfactoriamente buenos y no es algo agradable.

Eso también es lo que más sucede por parte de las personas en relación con Dios, cuando ellas encuentran sustitutos para Él.

Cada vez que una persona pone su futuro en otras cosas, está cambiando a Dios, pero es solamente Dios quien puede suplir todos nuestros anhelos y traernos seguridad.

Hay quien coloca sus expectativas en los hechos y el conocimiento. La persona se prepara y se especializa para ganar mucho dinero. Así, termina sustituyendo a Dios por algo que Él creó; el dinero fue creado por Dios, pero, cuando uno pone toda su fuerza en él, está cambiando a Dios por él.

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Dios es la fuente de toda inteligencia, no obstante, cuando pones todo eso por encima de Él, lo estás sustituyendo. Existen personas que creen en espíritus o en cosas místicas y se vuelven dependientes de eso, pero todo aquello hace que se les olvide usar la fe. Solo quieren los beneficios que la fe les puede ofrecer. Es como querer a alguien a quien amar, pero rechazan el matrimonio; desean los beneficios de una vida en pareja, pero no quieren seguir las reglas para tenerla.

¿Cómo crees que se siente Dios con eso? El primero de los 10 mandamientos dice: «No tendrás otros dioses delante de Mí» (Éxodo 20:3). Si desobedeces el mandamiento principal, imagina los demás. La Biblia también aborda eso en otros pasajes: «Para que se sepa que desde el nacimiento del sol hasta donde se pone, no hay ninguno fuera de Mí. Yo soy el Señor, y no hay otro» (Isaías 45:6); y «Acordaos de las cosas anteriores ya pasadas, porque yo soy Dios, y no hay otro; yo soy Dios, y no hay ninguno como Yo» (Isaías 46:9).

Aun sin tener esa intención, puede que hayas creado un sustituto en tu vida. Si eso ha ocurrido, necesitas quitar de tu corazón el dios que creaste y volver al Único y Verdadero Dios. Solo Él cumplirá lo que es necesario en tu vida. Necesitas volver hacia Él y nunca sustituirlo.

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