«No me sentía comprendida ni apoyada por mi esposo» 

«Cuando uno se casa, tiene la ilusión de que todas las cosas van a salir bien, pero nosotros estábamos teniendo problemas en nuestro matrimonio por la carencia económica. Nunca llegamos a los golpes, pero sí había pleitos constantes. Eso me llevó a tener depresión, además, sentía que no servía para nada e incluso pensé en el suicidio. Incluso consideramos el divorcio. No me sentía ni comprendida ni apoyada por él, y él de la misma manera. 

Los dos ya conocíamos e íbamos la Universal, pero de nuestra parte no había un verdadero compromiso con Dios, y eso se estaba reflejando en nuestra vida. Sin embargo, algo que aprendí ahí es que cuando uno se casa, no se puede echar atrás a la primera, sobre todo porque yo había hecho un pacto con mi esposo y con Dios; así que uno tiene que luchar por su pareja. 

Nuestra relación comenzó a ser diferente cuando decidí entregarme de verdad al Señor, a obedecerle y serle fiel. Primero empecé a cambiar yo; además estuve usando mi fe en cada propósito que hacía. 

Poco a poco fuimos avanzando. Los dos fuimos moldeados por Él y hemos madurado. Hoy nos apoyamos, nos cuidamos y tenemos el equilibrio de agradarnos mutuamente.  

Aunque ya llevamos muchos años de casado, con los cuestionarios, aprendimos sobre nosotros mismos. Los dos tuvimos disposición de oírnos para saber qué cambiar. Muchos piensan que con casarse ya obtienen todo de la otra persona, pero un matrimonio es como una planta, se tiene que regar todos los días, necesitas invertir en él.» -Carolina Ruiz 

Amor inteligente

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