Muy necesario
En el primer confinamiento, en marzo de 2020, la mayoría de las personas pensaba que, en pocos días, el problema del coronavirus sería resuelto. Pero, ya son meses y meses de lucha. Intercalamos buenas noticias y malas noticias en este más de un año de pandemia. Muchas vidas se fueron, y muchas aún se irán, lamentablemente. Algunos de los que abrazamos hoy, con quienes hablamos y reímos juntos, pueden no estar con nosotros mañana. Sin dejar de recordar esto incluso para nosotros mismos.
(Muy obvio, pero necesitamos recordarlo, ¿verdad?).
Sin embargo, decir estas cosas no significa un balde de agua fría en la esperanza de nadie. Es solo un despertar a una realidad que siempre existió, sin embargo, fue expuesta de manera más acentuada en la pandemia.
Vivir y morir, certezas que no pueden salir de nuestra mente. Quien sabe que sus seres más queridos morirán y quien no olvida que un día también morirá, aprende a vivir.
Y vivir es agradecer cuando nuestros ojos, milagrosamente, se abren en la mañana. A final de cuentas, cuán compleja es esa “ingeniería” del cuerpo humano, ¿cierto?
Vivir es abrazar el alma mientras muchos se satisfacen con solo abrazar el cuerpo. (¿Usted sabe cómo tocar el alma de alguien?).
Vivir es amar la verdad y pelear por ella.
Vivir es tener ánimo para luchar todos los días y nunca entregarse al desánimo.
Vivir es evitar excesos y faltas. Saber cuándo la vida pide la ausencia y la presencia. Un aprendizaje continuo, ya que somos seres inclinados al desequilibrio.
¡Ah!, la lista puede crecer mucho si usted realmente le pone atención al milagro de la vida, del hoy y del ahora.
Vivir exige una tremenda responsabilidad. Los que huyen de ella, con seguridad, ¡desperdician la vida!
Y son tantos así, que no logramos contarlos.
Por Núbia Siqueira
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