Mientras no comprenda esto, su vida no cambiará
«¿Qué es lo que una persona necesita hacer para recibir el Espíritu Santo?», preguntó el obispo Franklin Sanches al inicio del Santo Culto del pasado domingo 18 de septiembre.
«Lo que necesita es ser sincera», aclaró. «Él no busca personas supersantas. Si estas existieran, no habría necesidad de recibir el Espíritu Santo ni de que Jesús muriera en la cruz, ¿no es verdad?», agregó. La realidad es que todos cometemos errores, sin embargo, Él no busca hombres y mujeres perfectos, sino que quieran agradarlo, que tengan un corazón sincero.
Y es que son muchas las personas que se encuentran sufriendo y buscando un cambio de vida. Sin embargo, aunque intentan de muchas formas resolver sus problemas, lo que en realidad necesitan es al Espíritu Santo. Además, aunque se acerquen a Dios en las peores condiciones, Él no las condena, pues ve en el interior de ellas el deseo sincero de querer ser diferentes.
Mientras que uno no analice su situación ni tome conciencia, nada cambia. No obstante, «cuando la persona dice: “ya no quiero ser de esa manera”, el Espíritu Santo ve la intención y viene a ella para transformarla», explicó. Ahí es cuando la persona está preparada para recibir el Espíritu Santo.
Por otra parte, la Biblia afirma que, cuando el Espíritu Santo fue derramado por primera vez, en el día de Pentecostés, muchos que se encontraban en los alrededores empezaron a juzgar a los discípulos, diciendo que estaban ebrios, porque ellos comenzaron a hablar en otras lenguas. Pero entonces, Pedro tomó la palabra y les explicó que se encontraban ahí reunidos para recibir la promesa del Espíritu Santo, el cual sería derramado sobre todo aquel que creyera; comenzó a explicarles sobre la obra del Espíritu de Dios.
«Al oír esto, compungidos de corazón, dijeron a Pedro y a los demás apóstoles: Hermanos, ¿qué haremos?» (Hechos 2:37).
En ese momento, los demás les preguntaron qué podían hacer para recibir lo mismo que ellos recibieron. «Tal vez esa también es su pregunta… ¿qué hago para que mi vida cambie? ¿Cómo le hago para ya no ser una persona enojona, con malos ojos y que critica? ¿Qué necesito para dejar de ser peleonera, agresiva o alcohólica, drogadicta, que le pega a la pareja, les grita a los hijos y trata mal a la familia?», señaló el obispo.
Es común que muchos piensen que el simple hecho de acudir a la iglesia es suficiente, pero no es así. Entonces, ¿qué se necesita para cambiar? Para que haya una transformación es necesario tomar una actitud.
Ellos preguntaron: ¿qué haremos? «Y Pedro les dijo: Arrepentíos y sed bautizados cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de vuestros pecados, y recibiréis el don del Espíritu Santo» (Hechos 2:38).
Esa fue la respuesta de Pedro, no obstante, ¿qué es arrepentirse? Es cuando uno toma la decisión de cambiar. «Esta es una elección que yo tomo, nadie la toma por mí, doy un giro de 180 grados, pues ya no quiero continuar en esa vida de pecado», dijo el obispo.
Si no hay arrepentimiento, uno puede hasta sentir tristeza, pero luego vuelve a cometer el error. En cambio, el arrepentimiento es como llegar a sentir odio de las actitudes equivocadas. ¿Quién ya tuvo odio por alguna persona? Si fue así, con seguridad no quería ni verla u oírla, tal vez decía: «para mí ella está muerta». Así es con el arrepentimiento.
«Este lo lleva a bautizarse, que es el sepultamiento de la vida anterior: muero para la vida que ya no quiero y renazco para una nueva vida con Dios. Cuando eso acontece, viene el don del Espíritu Santo».
«Porque la promesa es para vosotros y para vuestros hijos y para todos los que están lejos, para tantos como el Señor nuestro Dios llame» (Hechos 2:39).
Por lo tanto, no es una casualidad, el Señor lo llamó para que reciba esa promesa. Pero antes, necesita enterrar ese pasado. «Puede que haya cometido el error más grave, algo que no le deja ni dormir, pero si usted quiere el perdón de Dios y que Él venga a habitar en su vida, entonces tome la decisión de abandonar definitivamente ese pecado», concluyó.
A partir de que usted se confiesa ante Dios, Su sangre le purifica para que comience una nueva vida.
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