Meditación del libro de Cantares: El Novio y el rebaño
«Hazme saber, oh amado de mi alma, dónde pastorearás; dónde harás recostar el rebaño al mediodía, para que yo no ande errante tras los rebaños de tus compañeros.» (Cantares 1:7).
Este pasaje es demasiado profundo. Ella quiere llegar a donde su Novio apacienta Su rebaño, pero teme no encontrarlo y, peor aún, terminar perdida en donde los compañeros del Novio están.
Primeramente, ¿qué es ese rebaño?
El Señor Jesús es nuestro Pastor, es decir, la Iglesia es Su rebaño. Todas las personas que forman parte de Su Iglesia son parte de ese rebaño, pero aquí, la novia, no está junto con el rebaño porque aún no se casó con Él… Ella Lo ama, ella quiere mucho entregarse a Él, pero ese día aún no ha sucedido, por eso no sabe bien en dónde Él apacienta Su rebaño.
¿Y dónde está ese rebaño para que sea tan fácil perderse?
El Señor Jesús apacienta Su Iglesia de forma espiritual, es decir, no es el lugar en sí, sino en el Reino de Dios, que es estrictamente espiritual. Mucha gente se pierde para llegar allá porque quiere tocar, ver, escuchar, sentir, como si ese Reino fuera material…
¿Y por qué ella teme llegar a los rebaños de los compañeros del Novio?
Porque ellos Le sirven, pero no pueden hacer el papel que solo Él puede hacer en nuestra vida. El pastor, el obispo, la esposa del pastor, los obreros, cualquier persona que hace la Obra de Dios se vuelve Su compañero de Obra. Son personas que ya Lo conocieron y ahora Le sirven para alcanzar almas para Su Reino. Lo que sucede muchas veces es que las personas se apegan a los compañeros del Novio, es decir, al pastor, a la obrera y, por eso, andan errantes, pues sienten la carencia de no conocer aún al Novio y, en vez de buscar encontrarlo, se apegan a aquellas personas sin darse cuenta de que están cambiando al Novio por ellas.
Por Cristiane Cardoso
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