Malos hábitos

El ser humano tiene muchos malos hábitos, pero tal vez el peor de ellos es la facilidad de engañarse y, como agravante, hace eso con tanta frecuencia que a veces pierde totalmente la conciencia de eso.

La dieta es un ejemplo clásico. ¿Ya se dio cuenta de que la dieta solo se comienza el lunes o el primero de enero? Psicológicamente la persona está comenzando algo nuevo y por eso necesita comenzar al inicio de la semana o del año. El problema es lo que ella no le dice a nadie, pero que está en lo más profundo de su ser: quiere comer mucho y de todo el fin de semana o al final del año. Así, comienza la dieta ya con dos kilos de más y, cuando pierde esos 2 kilos en la primera semana, ya se da por bien servida y abandona la dieta.

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El siguiente paso del autoengaño es decir que no consigue perder peso, que ya intentó de todo, que una uva engorda, que solo de mirar un pan ya subió un kilo, etc. Y, de esta forma, crea una aversión a la báscula, pobrecita, que no consigue mentir, y deja de usarla: «mejor no saber mi peso, así no me estreso con eso», y así ella se engaña un poquito más dándose una buena justificación a sí misma: «no sé si engordé, porque ya no me volví a pesar».

Es lamentable.

¿Qué tal si enfrenta la verdad?

En primer lugar, usted tiene sobrepeso, su salud está vulnerable por eso, y la comida no vuela -es usted quien ha hecho lo necesario para estar así. Pero no quiere perder peso porque sabe que tendrá que sacrificar tiempo para el gimnasio y su gran ojo para los alimentos poco saludables. Y eso significa que usted no ama su cuerpo, que también es el templo del Espíritu Santo.

No es vistiendo con ropa negra que resolverá su problema, sino aceptando esta verdad sobre sí misma y decidiendo hoy mismo cambiar su vida.

Por Cristiane Cardoso

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