Los protagonistas de mis ensueños
Cristiane habla de más momentos vividos en su infancia y adolescencia
Nos mudamos de ciudad de nuevo y allá fuimos a otra escuela diferente, con niños que ya se conocían y no estaban de humor para hacer nuevas amistades. Llegué a mediados de año en aquella escuela y uno de los muchachos populares parece que se interesó por mí, no sé por qué, a final de cuentas, no me vestía como las demás chicas.
El chico se acercó a mí y me preguntó si quería ir a su fiesta de cumpleaños. Fue la primera vez que alguien de la escuela me había invitado a una fiesta y, sinceramente, la curiosidad habló más alto esta vez. Fui a casa y le imploré a mi madre, que no le agradó mucho, pero me dejó, siempre y cuando fuera con Vivi y regresara temprano a casa. Acepté, a final de cuentas mi intención no era causar problemas…
Para nuestra sorpresa, cuando llegamos a la casa del muchacho, nadie había llegado aún… habíamos llegado temprano. ¡Imagine nuestra cara sin gracia! El chico también estuvo un poco incómodo, porque Vivi estaba a mi lado y no se acercó mucho, lo cual en secreto agradecí. Entonces, para nuestra segunda sorpresa, él encendió el sonido y, de repente, la sala se convirtió en un pequeño club de baile con Vivi y conmigo en el rincón, súper, híper peces fuera del agua. La música estaba tan alta que Vivi empezó a llorar y quedó bastante claro que ella y yo no éramos del tipo de chicas que salen de casa. Me despedí del muchacho y regresamos a casa, antes de que la fiesta empezara. Nunca más fuimos a una fiesta y aquel chico nunca más se acercó a mí.
No voy a decir que no me gustó su interés, porque me gustó, incluso, él se volvió uno de los protagonistas de mis ensueños de aquella época, pero nadie lo sabía, ni mi propia hermana. Moría de miedo de que alguien supiera de los jóvenes que entraban al papel de protagonista en mis historias ficticias. Me agradaron muchos chicos, tanto de la escuela como de la iglesia, pero ellos nunca lo supieron, ya que mi timidez siempre los trató con indiferencia. En el fondo, yo pensaba así: si él lucha por mí, es porque realmente le gusto. Esto es porque me consideraba fea, era súper tímida y creí que era un milagro que le gustara a alguien, entonces, cuando el muchacho desistía fácilmente, se confirmaba todo lo que pensaba de mí misma.
La historia continúa…
Por Cristiane Cardoso
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