Los hijos con quien Dios desea encontrarse

El 17 de noviembre se celebrará el Día del Rescate. Será un momento dedicado para los que reconocen que espiritualmente tienen necesidad de volver a Dios, ya sea que estén dentro o fuera de la Iglesia.

En la parábola del hijo pródigo, descrita a partir de Lucas 15:11, se puede conocer la historia de un hijo que, al pedir y recibir su parte en la herencia, decide partir. Pero, sobre todo, se puede aprender de las cualidades paternales de Dios. «También dijo: Un hombre tenía dos hijos; y el menor de ellos dijo a su padre: Padre, dame la parte de los bienes que me corresponde […]. No muchos días después, juntándolo todo el hijo menor, se fue lejos a una provincia apartada; y allí desperdició sus bienes viviendo perdidamente.».

Al igual que ese hijo más joven e inexperto, muchos, seguros de sí mismos o llenos de razones, deciden aventurarse lejos de la Casa del Padre, y así lo hacen, y caminan con sus propios pies. Al inicio, la vida libertina, sin reglas, prevalece. No obstante, tarde o temprano, el hambre y la sed del alma se hacen evidentes. «Cuando lo hubo malgastado todo, vino una gran hambre en aquella región, y él comenzó a pasar necesidad» (Lucas 15:14).

Algunas personas se muestran como verdaderas despilfarradoras de lo que reciben de parte de Dios, como Sus enseñanzas, por ejemplo. Disgustadas, rechazan hasta Sus correcciones. Si al Espíritu Santo le corresponde orientar, enseñar y corregir, a cada uno, no obstante, le toca obedecer o no. Taparse los oídos para la Voz de Dios conlleva consecuencias inevitables. Los mismos que no escuchan se ven necesitados espiritualmente y permanecen tan o más miserables que la tierra improductiva en la que, un día, el hijo pródigo estuvo.

Para el obispo Sergio Correa, responsable del cuidado de los obreros de Brasil, hay muchos hijos pródigos en los días actuales. «Hoy, a causa de muchos problemas, muchas personas han regresado al Altar y han dicho: “Padre, quiero de regreso mi vida que un día te entregué, pues voy a gastarla con el mundo”. Después de consumir toda la vida, el apartado se da cuenta del hambre que está sintiendo su alma, pues nada de lo que fue consumido sirvió para saciarla», señala el obispo.

VOLVIENDO EN SÍ

«Entonces volviendo en sí, dijo: “¡Cuántos jornaleros en la casa de mi padre tienen abundancia de pan, y yo aquí perezco de hambre! Me levantaré, iré a mi padre y le diré: ‘Padre, he pecado contra el cielo y ante ti. Ya no soy digno de ser llamado tu hijo…’”» (Lucas 15:17-19).

En algunas versiones del versículo, el término «volver en sí» aparece como «recapacitar» y ese estado de darse cuenta, de prestarle atención a la propia condición, es crucial para revelar la realidad de cada uno delante de Dios, esté o no dentro de la Iglesia. Lamentablemente, muchos disimulados ignoran la situación en la que se encuentran y, aunque estén caídos espiritualmente, rechazan pedir ayuda. Pero los que se mantienen sensibles al Espíritu Santo se ponen a disposición para escuchar lo que Él dice, encuentran en Él fuerzas para cambiar y hacerlo diferente.

Peor que sentir hambre, es saber que hay un banquete a su disposición y no hacer algo al respecto. Aquel hijo, al volver en sí, se levantó y partió en busca del padre. «Se levantó y fue a su padre. Cuando todavía estaba lejos, su padre lo vio y tuvo compasión. Corrió y se echó sobre su cuello, y lo besó. El hijo le dijo: “Padre, he pecado contra el cielo y ante ti, y ya no soy digno de ser llamado tu hijo”. Pero su padre dijo a sus siervos: “Saquen de inmediato el mejor vestido y vístanlo, y pónganle un anillo en su mano y calzado en sus pies. Traigan el ternero engordado y mátenlo. Comamos y regocijémonos porque este mi hijo estaba muerto y ha vuelto a vivir; estaba perdido y ha sido hallado”. Y comenzaron a regocijarse» (Lucas 15:20-24).

“GÓCENSE CONMIGO”

Jesús estaba reunido con pecadores cuando buscaban sacar a algunos de ellos del espíritu.

«Se acercaban a él todos los publicanos y pecadores para oírle,  y los fariseos y los escribas murmuraban diciendo:

—Este recibe a los pecadores y come con ellos.».

Pero vea la respuesta que Él dio: «—¿Qué hombre de ustedes, si tiene cien ovejas y pierde una de ellas, no deja las noventa y nueve en el desierto y va tras la que se ha perdido hasta hallarla? Y al hallarla, la pone gozoso sobre sus hombros y, cuando llega a casa, reúne a sus amigos y vecinos, y les dice: “Gócense conmigo […]”. ¿O qué mujer que tiene diez monedas, si pierde una, no enciende una lámpara, barre la casa y busca con empeño hasta hallarla? Cuando la halla, reúne a sus amigas y vecinas […]. Les digo que, del mismo modo, hay gozo delante de los ángeles de Dios por un pecador que se arrepiente.» (Lucas 15.1-10).

Es decir, esa mirada de compasión del Señor Jesús retrata el amor y la misericordia que Dios tiene por cada uno. Él no se contiene de felicidad cuando un hijo que se encontraba como oveja o dracma (perdida aun estando en la iglesia), es rescatada.

A los que se encuentran en la condición de hijo pródigo, sepan que su papel como hijo es regresar. Aunque avergonzados, los que pagan el precio se humillan, reconocen quiénes son, encuentran la honra y misericordia de parte de Él. Como se ha visto en las parábolas, Dios desea tener consigo a los sinceros y arrepentidos. Ellos siempre encontrarán Su perdón.

Este domingo 17 de noviembre, todas las Universal del país tendrán las puertas abiertas, a la espera de quien se encuentra lejos de la Casa del Padre. Será el Domingo del Rescate, un día de gran fiesta espiritual. Todos serán bienvenidos. No se lo pierda. El horario especial es a las 9:25 a. m.

Si lo desea, puede acudir al Templo de los Milagros, en Av. Revolución núm. 253, col. Tacubaya, o en la Universal más cercana a su domicilio.