Los dos pensamientos

“Y acercándose Elías a todo el pueblo, dijo: ¿Hasta cuándo claudicaréis vosotros entre dos pensamientos? Si el Señor es Dios, seguidle; y si Baal, id en pos de él. Y el pueblo no respondió palabra” (1 Reyes 18:21).

El factor principal por la cual el fuego descendió y consumió el sacrificio de Elías fue su única fe, es decir, un solo pensamiento.

Elías no se dividía entra la duda y la fe, él no se dividía entre Dios o Baal, él sabía muy bien qué hacer sin ninguna duda.

Usted incluso puede precipitarse y afirmar que tiene un solo pensamiento. Puede decir que ni en sueños desearía seguir a Baal. Pero lo que usted no sabe es que hoy en día existen varias formas de tener dos pensamientos. Usted puede ser un cristiano que está claudicando (cojeando) entre dos pensamientos sin siquiera darse cuenta.

Cuando usted sirve a Dios, pero se la pasa mirando la vida de los demás y comparándola con la suya, eso es tener dos pensamientos.

Cuando usted se preocupa por lo que las personas pensarán de usted, eso es tener dos pensamientos.

Cuando usted nutre dentro de sí una mala intención y no lo reconoce, eso es tener dos pensamientos.

Los malos ojos también representan el otro pensamiento.

La sobre valoración de las conquistas terrenales, que se esconde en lo más profundo de su ser, todo eso le aparta cada día más de ese fuego, que podemos nombrar como bautismo con el Espíritu Santo. Ese Fuego que se transforma en una fuente, fluyendo de su interior y volviéndose visible a todos a su alrededor.

Dios no actúa en un ser dividido. Él necesita ver en usted un solo pensamiento. El pensamiento de agradarlo y vivir para Él. Es exactamente ese pensamiento de agradar a Dios, exclusivamente, que atrae su Espíritu adentro de usted.

Mantener un solo pensamiento es lo que, aún después del bautismo, le mantiene activo en la fe, encendido como una antorcha, quemando constantemente. Sin embargo, una vez que usted permite tener un segundo pensamiento, sea cual sea, su fuente empieza a secarse, su fuerza ya no será la misma y el fuego ya no quemará.

Deshágase del segundo pensamiento, no intente servir al Altísimo y a Baal, ¡pues eso jamás será posible!

Por Bianca Carturani