Lo que un pacto significa

Lo que un pacto significa

Por Social Media

«Dios solo puede mostrarle Su grandeza a quienes están comprometidos con Él», explicó el obispo Franklin Sanches al inicio del Santo Culto del pasado domingo 2 de octubre.

«Él quiere tener un pacto. Es como usted, que quiere relacionarse con personas comprometidas. Por ejemplo, si se va de viaje o dejará a cargo alguno de sus bienes, buscará a una persona leal. Lo mismo ocurre con Dios, ¿cómo Él le entregará la llave del Reino de los Cielos a una persona desleal y sin compromiso?», dijo.

Lo cierto es que, teniendo un pacto con el Señor, usted es el más beneficiado, pues ¿Qué puede una persona ofrecerle a Dios que sea tan valioso como lo que Él tiene? Nada. Pero aun así, por amor, Él quiere salvar su alma. Como Padre, quiere que tenga acceso a todo lo que le pertenece. Y un pacto es eso: el compromiso de 2 personas.

La Biblia, cuando habla sobre los pactos, muestra que Dios se preocupa por el bienestar del hombre. Él no quiere que el hombre sufra. En realidad, la causa de su sufrimiento es estar lejos del Señor. Esa separación ocurrió en el Edén, cuando el hombre rompió el pacto con Dios y lo desobedeció. Desde entonces, Dios buscó a alguien para hacer un pacto con esa persona, para que de él naciera una nación y de ella vendría el Señor Jesucristo; a través de Él, Dios podía hacer un pacto eterno con el hombre.

Lo que un pacto implica

Hay 2 cosas que Dios necesita para hacer un pacto: fidelidad y disposición.

Dios encontró esas características en Abraham. Aunque él vivía en una época en donde no había moral, ni reglas, ni leyes, Abraham era fiel a su única esposa. Ella no podía darle hijos (un motivo más para que él buscara a otra mujer), pero no lo hizo porque la amaba. Entonces, su fidelidad y carácter le llamaron la atención a Dios.

Otro aspecto importante es que no existe pacto o alianza sin el altar. «Un ejemplo es cuando me casé», explicó el obispo Franklin. Agregó que «fue un pacto que hicimos en el altar para toda la vida. Nos dimos palabras de fidelidad, así ha sido y será hasta el final. Cuando la persona entiende eso con respecto a Dios, entiende lo que Él quiere hacer».

Tenerle fidelidad a Dios es tener palabra. «Cuando Dios le habló a Abraham y le dijo que se fuera de su tierra y de su parentela, él lo obedeció rápidamente, tuvo disposición; aunque eso fuera a contrariar a su familia, él quiso tener esa alianza», explicó el obispo.

Y es que Dios le prometió cosas grandes a Abraham, «Él le dijo “Yo soy tu escudo”. Muchos quieren protección y hacen de todo: ponen alarmas, colocan cerraduras, esconden el dinero. Pero nada de eso funciona porque el único que puede proteger es el Señor».

En la Biblia dice así: «Después de estas cosas la palabra del Señor vino a Abram en visión, diciendo: No temas, Abram, yo soy un escudo para ti; tu recompensa será muy grande» (Génesis 15:1).

En el versículo anterior, Dios le estaba diciendo a Abraham que, si tenía una alianza con Él, estaría bajo Su protección. No importa que se levantaran enemigos o alguna situación, nadie prevalecería en su contra.

«Y Abram dijo: Oh Señor Dios, ¿qué me darás, puesto que yo estoy sin hijos, y el heredero de mi casa es Eliezer de Damasco? Dijo además Abram: He aquí, no me has dado descendencia, y uno nacido en mi casa es mi heredero» (Génesis 15:2-3).

Es importante prestar atención a la fe de Abraham. Cuando usted tiene un pacto con Dios, se vuelve una persona osada, sabe que tiene derechos. Dios busca personas con esa fe.

«Pero he aquí que la palabra del Señor vino a él, diciendo: Tu heredero no será este, sino uno que saldrá de tus entrañas, él será tu heredero. Lo llevó fuera, y le dijo: Ahora mira al cielo y cuenta las estrellas, si te es posible contarlas. Y le dijo: Así será tu descendencia» (Génesis 15:4-5).

Dios le mostró a Abraham Su grandeza, «tal vez usted diga: ¡Ahh, obispo, yo soy una persona muy pobre, sin educación, con vicios, que nunca tuve nada en la vida!… Si usted entra en un pacto con Él, le dará todo», dijo.

Dice la Biblia que: «Abram creyó en el Señor, y Él se lo reconoció por justicia. Y le dijo: Yo soy el Señor que te saqué de Ur de los caldeos, para darte esta tierra para que la poseas. Y él le dijo: Oh Señor Dios, ¿cómo puedo saber que la poseeré?» (Génesis 15:6-8).

De acuerdo con el obispo, «en otras palabras Abraham le preguntó: “¿qué tengo qué hacer para que tú cumplas lo que me estás diciendo?”. Esa es la fe bíblica, la cual no es una fe pasiva, es activa, proactiva, es la que me hace ir hacia adelante, me impulsa, me levanta, pero también me enseña que solo puedo cosechar lo que siembro». Por esta fe, Abraham le preguntó cómo sucedería, quería comprometer a Dios con él.

Eso también ocurre en el matrimonio, «como yo quería a mi esposa, debía tener un compromiso, entonces, hice un pacto con ella. Yo no la quería a medias, sino completa. A partir de ese momento todo lo que tenemos es de ambos. Hay muchos matrimonios que no funcionan porque uno quiere continuar con la vida de soltero. No obstante, tiene que haber compromiso y sacrificio todos los días. Pero tiene beneficios».

Entre Abraham y Dios era todo por todo

«Él le respondió: Tráeme una novilla de tres años, una cabra de tres años, un carnero de tres años, una tórtola y un pichón. Él le trajo todos estos y los partió por la mitad, y puso cada mitad enfrente de la otra; mas no partió las aves. Y las aves de rapiña descendían sobre los animales sacrificados, pero Abram las ahuyentaba» (Génesis 15:9-11).

¿Cuál fue la condición que Dios le dio a Abraham para que Su palabra se cumpliera? Sacrificio y entrega en el altar. «No existe pacto fuera del altar. El altar representaba la vida de Abraham por la vida de Dios. Cuando Abraham partió los animales por la mitad, era porque en aquella época el pacto se hacía de esa manera: los animales eran cortados de manera vertical, se colocaban las partes separadas, la sangre se colocaba en medio y las personas que iban a pactar se tomaban de las manos y pasaban en medio de aquellos animales», explicó el obispo.

Ese mismo pacto fue hecho por medio de nuestro Señor Jesús. Su sangre en la tierra fue el pacto, la vida del hijo de Dios por nuestra vida.

«Y aconteció que cuando el sol ya se había puesto, hubo densas tinieblas, y he aquí, apareció un horno humeante y una antorcha de fuego que pasó por entre las mitades de los animales. En aquel día el Señor hizo un pacto con Abram, diciendo: A tu descendencia he dado esta tierra, desde el río de Egipto hasta el río grande, el río Éufrates» (Génesis 15:17).

«Ese fuego hoy representa al Espíritu Santo. Al hacer un pacto con Dios, le doy mi alma y mi vida, realmente asumo un compromiso, entonces Su Espíritu entra y sella este pacto.

Así como con Abraham, Dios quiere hacer un pacto con usted para que pueda ver Sus maravillas. No obstante, Él no quiere solo un pedazo, lo quiere completo. Así, Él también le dará todo. Si lo entiende y tiene esa disposición ser fiel y obedecer, haga un pacto y entréguele su alma; Él le dará al Espíritu Santo», finalizó.

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