Lo que no le contaron sobre el Salmo 23

Lo que no le contaron sobre el Salmo 23

Por Departamento Web

Comprenda cuál es la condición para lograr las promesas descritas en él

El Salmo 23 es uno de los pasajes más conocidos de la Biblia. ¿Quién nunca vio una Biblia abierta en él?

“El SEÑOR es mi pastor; nada me faltará.

En lugares de delicados pastos me hará descansar;
Junto a aguas de reposo me pastoreará.

Confortará mi alma;
Me guiará por sendas de justicia por amor de su nombre.

Aunque ande en valle de sombra de muerte,
No temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo;
Tu vara y tu cayado me infundirán aliento.

Aderezas mesa delante de mí en presencia de mis angustiadores;
Unges mi cabeza con aceite; mi copa está rebosando.

Ciertamente el bien y la misericordia me seguirán todos los días de mi vida,
Y en la casa del Señor moraré por largos días”
(Salmo 23:1-6).

Este pasaje es una bella promesa y muchos cristianos se apegan a ella, sin al menos entender a quién se aplica realmente.

El Señor y la oveja

Desde el primer versículo encontramos el consejo principal para el resto del texto. Vea que el salmista dice que el Señor es “su pastor y nada le faltara”.

“A muchos les gusta este salmo, lo repiten, lo ponen en los coches, pero olvidan la condición para lograr las bendiciones que están descritas en él”, señaló el obispo Renato Cardoso, en una de sus reuniones, en el Templo de Salomón, en São Paulo.

Para tener las bendiciones de Dios, es necesario que Él sea su Pastor. Una oveja solo oye la voz de su pastor y sigue sus orientaciones. No escucha otras voces, ni tampoco las sigue.

El salmista David usó la analogía de las ovejas con su señor para ejemplificar la condición para lograr las bendiciones del Salmo 23.

“Si el Señor no es su Pastor, es decir, si usted no escucha Su voz, las promesas no se aplicarán a usted”, enseñó el obispo Renato.

Además de eso, el pastor tiene el cuidado necesario con sus ovejas. Las protege, las alimenta y las cuida para que tengan días agradables. De la misma forma, Dios actúa con Sus hijos. Cuida, protege y suple sus necesidades.

Sin embargo, muchos de los que se dicen ser ovejas de Dios han enfrentado días difíciles, en los que la frase “nada le faltará” no ha sido una realidad en sus vidas. Les ha faltado todo. Desde el alimento básico, hasta la paz espiritual.

Esto sucede porque, a pesar de creer en Dios, muchos no Lo tratan como el pastor de sus almas. El obispo Edir Macedo enseña que todos los que no tratan a Dios como Pastor no pueden lograr sus bendiciones.

“Por más que se esfuercen, nunca tendrán sus necesidades suplidas plenamente, pues no tienen acceso al redil de la vida abundante”, destacó el obispo.

El Señor como Pastor

El Señor Jesús dejó claro, cuando estuvo en la Tierra, que Él conoce a todas sus ovejas y, sobre todo, ellas Lo siguen.

“Mis ovejas oyen Mi voz, y yo las conozco, y Me siguen…” (Juan 10:27).

Eso quiere decir que ser oveja de Dios va mucho más allá de oír Su voz. Es necesario seguirlo también. Seguir lo que Él desea que siga. Hacer lo que Él quiere que haga. Es sacrificar sus deseos para seguir las orientaciones de su Pastor.

Seguir a Jesús, como oveja, es no ver el futuro, confiar en que su pastor le está guiando a un mejor lugar y que a pesar de las dificultades Él siempre estará junto a usted para protegerle de los lobos que intenten atacarlo.

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