Limpieza en la mente
«Por tanto, desechando toda malicia y todo engaño, e hipocresías, envidias y toda difamación, desead como niños recién nacidos, la leche pura de la palabra, para que por ella crezcáis para salvación, si es que habéis probado la benignidad del Señor.» (1 Pedro 2:1-3).
Es preciso limpiar siempre nuestra mente. Porque nuestro enfoque es tener vida con Dios y Él nos hará crecer maduros y completos…
Necesitamos permanecer en constante análisis para ver si hay algo en nosotros: ya sea malicia, fingimiento, envidia, malos ojos, chisme. Esto con el objetivo de ser limpiados. Para facilitar este análisis, aquí están sus significados:
- Malicia: Tendencia al mal, mala naturaleza, astucia, intención maliciosa.
- Fingir: Acto o efecto de aparentar; hipocresía.
- Envidia: Sentir pesar por el bien o la felicidad del otro; deseo de poseer el bien ajeno.
- Malos ojos: Mirar con desconfianza, aversión (sentimiento de antipatía, rencor, odio); no aceptar ver la gracia (bendición inmerecida) de Dios en la vida de alguien.
- Chisme: chismorreo, intriga, fisgoneo (investigar con curiosidad), entrometerse, causar intrigas.
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Sabemos que nuestro producto de limpieza interno se llama arrepentimiento, pero para que dé sus frutos primero es necesario reconocer de qué y que necesitamos lavarnos
Así es como sucede el crecimiento espiritual, porque siendo racionales, pensando en nosotros mismos con sinceridad, sin fingir, mantenemos nuestra casa limpia y promovemos un crecimiento espiritual continuo. Nosotros crecemos por Él y para Él.
¿Y tú? ¿Ya hiciste esta limpieza profunda? ¿O estás haciendo una?
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