La mayor promesa

En el Santo Culto del pasado domingo 2 de febrero, el obispo Franklin Sanches destacó que, aunque todas las promesas de Dios son importantes (familia, economía, salud, etc.), la mayor de todas es la promesa del Espíritu Santo.
El obispo explicó que, sin el Espíritu Santo, una persona es vulnerable al mal y no puede soportar las luchas diarias. Por eso, antes de ascender a los Cielos, el Señor Jesús les dejó una instrucción clara a Sus discípulos:
«Y reuniéndolos, les mandó que no salieran de Jerusalén, sino que esperaran la promesa del Padre: La cual, les dijo, oísteis de Mí; pues Juan bautizó con agua, pero vosotros seréis bautizados con el Espíritu Santo dentro de pocos días.
Entonces los que estaban reunidos, le preguntaban, diciendo: Señor, ¿restaurarás en este tiempo el reino a Israel? Y Él les dijo: No os corresponde a vosotros saber los tiempos ni las épocas que el Padre ha fijado con Su propia autoridad; pero recibiréis poder cuando el Espíritu Santo venga sobre vosotros» (Hechos 1:4-8).
Jesús hizo esta promesa porque sabía que Sus discípulos no podrían mantenerse firmes sin la presencia del Espíritu Santo en sus vidas. Lo mismo sucede hoy: Dios quiere llenar a cada persona con Su Espíritu, pero solo aquellos que creen y no se resignan pueden recibirlo.
Muchas personas dicen creer en Dios, pero la diferencia está en tener Su presencia en su interior. Quien realmente tiene el Espíritu Santo no es atormentado por el mal ni es esclavo de los vicios, el rencor o la depresión. Aunque enfrente problemas, tiene paz, seguridad y una verdadera alegría que no depende de las circunstancias.
El obispo enfatizó que nadie recibe el Espíritu Santo por sus méritos, sino por la gracia y misericordia de Dios: «lo único que Él pide es que le entreguemos nuestra vida por completo; no importa lo que usted hizo, sino lo que hará de ahora en adelante y darle completamente su vida de cuerpo, alma y espíritu», afirmó.
Cuando alguien le entrega su vida a Dios de verdad, no hay devolución, pues significa dejar atrás el pasado, los errores y los pecados, perdonar y recibir el perdón. Es así como uno se convierte en una nueva criatura con Jesús.
Entonces, la pregunta es: ¿está dispuesto a darle toda su vida a Dios y recibir Su Espíritu?
También lee: ¿A quién recurre cuando su barca se hunde?
comentarios