La mayor mentira que ya escuchaste

<strong>La mayor mentira que ya escuchaste</strong>

Por Departamento Web 2

La Universal derriba un viejo mito y revela las verdades para quien quiere convertirse en un hijo del Altísimo

Se cuentan muchas mentiras por ahí, entre ellas la de que «todos somos hijos de Dios». Además, si pudiéramos elegir la noticia más falsa de todos los tiempos, con certeza, sería esa. A pesar de ello, muchas personas usan el argumento de la paternidad Divina cuando quieren reivindicar algún derecho, alegando que lo merecen porque también son hijas de Dios. ¿Será?

Al mismo tiempo, esa mentira sirve de base para que otras personas cuestionen la acción del Altísimo con preguntas como: «¿por qué un Dios tan grande y poderoso deja que Sus hijos sufran?». Incluso, muchos de los que no creen en Él usan este argumento para justificar su incredulidad. Para ellos, «si todos somos hijos de Dios y hay guerras, hambre, violencia, enfermedades y todo tipo de sufrimiento, entonces, Dios no existe».

Es ahí que se revela el daño que esa mentira causa en la vida de millones de personas: ellas esperan tener una vida con paz, seguridad, alegría y bendiciones, pero eso nunca sucede porque ellas no son hijas de Dios, el único que les podría proporcionar eso. El hecho es que no todos los seres humanos son hijos de Dios.

Para aclarar esa generalización que lleva al error, se han revelado verdades sobre los hijos de Dios en las reuniones de la Universal. Los participantes conocen quienes son hijos de Dios de acuerdo con la Biblia y cómo volverse uno de ellos.

De tal Padre, tal hijo

El nacimiento de un bebé no significa el nacimiento en automático de un hijo de Dios, pero sí una simple prueba de la capacidad reproductiva que Dios le concedió al hombre y la mujer al crearlos.

Para ser hijo de Dios hay que nacer de Dios y ¿cómo es que se nace de Dios? Es por la fe, como está en Gálatas 3:26: «pues todos sois hijos de Dios mediante la fe en Cristo Jesús».

Por eso, el hecho de creer en Dios no convierte a una persona en hija de Él, pues la Biblia muestra que hasta el diablo cree en Dios (lee Santiago 2:19), aunque sea él su adversario. La creencia en el Altísimo debe tener origen en una fe real, cultivada en la práctica de la Palabra de Dios.

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Ser hijo de Dios no es tener conocimientos bíblicos, frecuentar una iglesia, saberse las historias bíblicas ni tener buenos principios morales o buen carácter; hay no creyentes con buen carácter. Así como vemos a un niño cerca de su padre y vemos características iguales, ser hijo de Dios significa tener la imagen y semejanza de Dios en nosotros, en todos los sentidos. Jesús le dijo a uno de Sus discípulos que le pidió que le mostrara al Padre: «El que me ha visto a mí, ha visto al Padre» (Juan 14:9).

Y eso es lo que sucede cuando una persona es hija de Dios. Cuando una persona nace de Dios, quien la mira ve las características del Padre en ella. Esa persona tiene la imagen de Dios.

No obstante, no haber nacido de Dios es el mayor problema que una persona puede tener, pues se vuelve huérfana (espiritualmente hablando), está perdida en este mundo y lo peor: además de tener una vida de pésima calidad en este mundo, cuando muera, perderá la salvación.

Verdades reveladas

Recordemos la primera mención hecha por Dios sobre Sus hijos en la Biblia, en Génesis 6:2-5, y cómo la maldad ha contagiado la mente y el corazón de las personas. Pero los hijos de Dios nunca cultivan malos pensamientos. Los hijos de Dios entienden que la mente humana necesita estar conectada con Dios y ser protegida, preservada, para que Dios pueda hablar en ella. Como conciencia, los hijos de Dios dominan sus pensamientos y, así, la maldad y la malicia no consigue entrar.

Asimismo, muchas personas creen que son hijas de Dios, pero su comportamiento, en lugar de darle honra a su Padre, es como una mancha, como está escrito en Deuteronomio 32:5-6. En otras palabras, actúan de modo contrario al esperado de un verdadero hijo de Dios: «Para que seáis irreprensibles y sencillos, hijos de Dios sin tacha en medio de una generación torcida y perversa, en medio de la cual resplandecéis como luminares en el mundo» (Filipenses 2:15).

«Resplandecer como estrella» no se refiere a ser «famoso» o usar ropa estrafalaria, sino revelar el brillo natural de la presencia del Espíritu de Dios. El hijo de Dios tiene vida en sus ojos, un carácter equilibrado, diferente, quien es Su hijo no comete fraude ni estafa, como lo hacen generalmente las personas en este mundo. Si eres hijo de Dios, vives una vida recta, posees sabiduría para saber cómo conducirte, todo eso es fruto del propio Espíritu Santo que está en ti.

Participa

Las reuniones en donde se realiza este propósito ocurren los domingos y están abiertas a todos los que quieran convertirse en hijos de Dios. Encuentra aquí la dirección de la Universal más cercana.

Ayuno de Daniel

Y si deseas fortalecer tu relación con Dios, participa en el próximo Ayuno de Daniel, que comienza el día 11 y termina el 31 de diciembre. Al final del propósito, la ministración del derramamiento del Espíritu Santo ocurrirá directo desde Israel.

¡No te lo pierdas! Inicia el año de manera diferente y vuélvete un hijo del Altísimo.

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