La mayor declaración de amor que el mundo ya recibió está en la cruz

<strong>La mayor declaración de amor que el mundo ya recibió está en la cruz</strong>

Por Departamento Web 2

Conoce el verdadero sentido de la Pascua y cómo aplicarlo en tu vida

Es común que las personas asocien el amor a un sentimiento bueno en relación con alguien. De la misma forma, ellas se sienten amadas cuando reciben declaraciones o cuando reciben un regalo de una persona querida, por ejemplo. No obstante, desconocen que el amor está íntimamente relacionado a la acción de dar y eso implica soltar algo en pro de otra persona, es decir, el amor es un acto de sacrificio.

Considerando eso, si podemos apuntar una fecha en que el amor puede ser celebrado a esa magnitud, con seguridad no es el Día de las Madres, de los Padres, o incluso la Navidad como muchos piensan, sino la Pascua. En esta fecha, Dios le dio al mundo la mayor prueba de amor que el ser humano podría haber recibido, que fue entregar a Su único Hijo, el Señor Jesús, para morir en nuestro lugar en la cruz (Juan 3:16). Entonces, ¿cómo no sentirse amado por saber que alguien pagó, por libre y espontánea voluntad, por un error que era nuestro para que tuviéramos una nueva vida?

Pero, a pesar de que la Pascua es la fecha más importante del calendario cristiano en todo el mundo, año tras año ella ha perdido su valor. Lo más intrigante es saber que muchas personas la celebran sin tener la menor idea de lo que en realidad representa.

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Liberación para una nueva vida

La palabra hebrea «pessach» significa «pasaje», y dio origen al término Pascua. Esa celebración fue determinada por Dios antes de la venida de Jesús y era tan importante para el pueblo hebreo que el mes de su celebración era considerado el principal del año, simbolizando un «antes y después» en la vida de los que participaban de ella –lo que remite a la palabra «pasaje»–.

El pueblo estaba saliendo de la esclavitud en Egipto rumbo a una nueva vida, con nuevas costumbres y hábitos regidos por los mandamientos divinos en la Tierra Prometida y, aquella noche, Dios les orientó que fuera sacrificado un cordero macho, de un año y sin defectos, y que su sangre fuera colocada en el dintel de las puertas. Solo así el pueblo no sería atacado por el espíritu de la muerte que pasaría por Egipto hiriendo al primogénito de cada familia. En la ocasión, los hebreos también debían asar la carne del cordero y comerla con hierbas amargas y panes sin levadura, simbolizando la amargura de la esclavitud vivida en ese lugar. Es decir, la sangre del sacrificio de aquel animal los libraría de la muerte. Ese cordero ya simbolizaba al Hijo de Dios que, más de mil años después, daría Su vida por todos. Jesús, entonces, pasó a ser el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo (Juan 1:29).

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Pero ¿de dónde vino la idea de que el sacrificio de un animal salvaría a una persona de la muerte y por qué el Señor Jesús tuvo que morir por nosotros? En Romanos 6:23 leemos que el salario del pecado es la muerte y, desde el Jardín del Edén, cuando Adán y Eva desobedecieron a Dios, para que ellos no murieran, alguien tenía que morir en su lugar. En la ocasión, el propio Dios sacrificó un animal e hizo vestiduras para cubrir la desnudez de ellos (Génesis 3:21). Es posible ver en la Biblia que durante mucho tiempo Dios instituyó el sacrificio de animales para la remisión de los pecados. Este acto ya simbolizaba el futuro sacrificio de Jesús que, con Su sangre derramada en la cruz cubriría y limpiaría toda la vergüenza del pecado ante el Creador.

Fue así, entonces, que Él pasó por toda la condenación por nosotros, como está escrito en Isaías 53:5: «Mas Él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre Él, y por su llaga fuimos nosotros curados».

El antes y después de la cruz

La venida del Señor Jesús a este mundo y Su sacrificio en la cruz generaron también un antes y después para toda la humanidad. De acuerdo con el obispo Macedo, «Dios envió al Señor Jesús no para condenar al mundo, sino para darle al ser humano la oportunidad de tener el Cielo como su destino y la felicidad completa como condición de vida permanente». Eso porque, continúa el obispo, «aunque Él odia el pecado, Él ama el alma del pecador de un modo intenso, sincero, espontáneo e incondicional».

El obispo añade que existen personas que rechazan la «perfecta ofrenda de Dios e ignoran la mayor prueba de amor, así como el acto de fe más sublime hecho por la humanidad» y, por eso, perecen en este mundo.

Entonces, la cruz simboliza la victoria. El Señor Jesús pasó por ella. Esta trae en sí el mensaje de una nueva vida, pero este símbolo de amor, renuncia, sacrificio y salvación ha sido banalizado al ser usado por muchas personas como un mero accesorio de moda, un objeto de decoración en un ambiente o como un talismán.

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Asimismo, la mayoría de las personas no logra beneficiarse del sacrificio hecho por el Señor Jesús, por no saber el verdadero significado del mensaje de la cruz y que, por eso, el mal continúa oprimiendo y destruyendo sus vidas.

No obstante, lo que sucedió en la cruz tiene que traer poder hacia tu vida, si no es así, no sirve de nada. Además, la Biblia dice que no podemos dejar que el Señor Jesús haya sufrido en vano (1 Corintios 1:17).

Solo que, para tomar posesión de ese poder de la cruz –que impacta no solo en la vida en este mundo al recibir la sanidad de las enfermedades y los vicios, la restauración de la familia y la paz tan deseada en este mundo, sino principalmente en la eternidad–, es necesario creer plenamente en el Señor Jesús. Y esa creencia no es representada por ceremonias, por ejemplo, sino por la entrega de la propia vida por medio de la obediencia a la Palabra de Dios. Durante esa entrega es necesario reconocer que necesitas Su ayuda y la salvación, además de pasar por el bautismo en las aguas, que representa la «muerte» para el mundo y el nuevo nacimiento con el Señor Jesús, y recibir el Espíritu Santo, que es la marca de una vida que le pertenece a Él y de que todos los días serán disfrutados conforme a la Palabra de Dios.

9 de abril: Domingo de Resurrección

Si tú aceptas el sacrificio del Señor Jesús, y quieres disfrutar la vida plena que Él nos da, entonces no puedes faltar este Domingo de Resurrección, la fecha en la que Jesús venció a la muerte.

Acude acompañado de tus seres queridos, especialmente a las 10 a. m., al Templo de los Milagros: Avenida Revolución núm. 253, col. Tacubaya, alcaldía Miguel Hidalgo, CDMX.

O localiza en este enlace la dirección de la Universal más cercana a tu hogar.

Además, en la oportunidad podrás participar de la Santa Cena de la Resurrección, la cual, por tu fe, será un parteaguas en la transformación de tu vida.

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