La instrucción Divina

La instrucción Divina

Por Departamento Web 2

Cuando David hizo el primer intento de llevar el Arca del Pacto a Jerusalén, él y los sacerdotes la colocaron sobre un carro de bueyes.

Eso era completamente contrario a la instrucción de Dios, que determinaba, específicamente, que los utensilios sagrados fuesen llevados sobre los hombros con la ayuda de anillos y varas. Es decir, la estructura exterior del templo móvil podía ir en carros, pero lo que había de más sagrado en el tabernáculo requería un sacrificio en el transporte.

No era simplemente desmontar el santuario y dejar que los carros hicieran el trabajo, sino que era parte del sacrificio de los sacerdotes, cargar en sus hombros el peso de la responsabilidad de su oficio representado por cada elemento. Habían pasado ya muchos años desde que la Ley Mosaica había sido instituida, entonces, enseguida vino una ”buena” idea facilitadora: vamos a conseguir un carro nuevo y a ”honrar a Dios” con él.

La aparente novedad era incluso una gran negligencia, porque siendo nuevo o viejo, un carro es un carro, por lo tanto, ninguno servía para este propósito por no ser esa la instrucción Divina.

Al darse cuenta del error que había cometido, David decidió transportar el Arca como tenía que ser, e hizo aún más, resolvió sacrificar bueyes y carneros engordados cada seis pasos. Fueron por todo el camino andando y deteniéndose para sacrificar. ¡Podemos imaginar lo largo y difícil que debió haberse hecho el trayecto!

Entonces aprendemos que, nosotros los que hacemos la Obra de Dios, no podemos buscar facilidades, pues siempre van a surgir los ”carros de bueyes” para intentar disminuir nuestro sacrificio. Sin embargo, lo más sensato y seguro es aumentar el sacrificio y no reducirlo. A medida que los años de nuestra jornada cristiana van pasando, más renuncias tendremos que hacer para mantener la fe, de lo contrario terminaremos rindiéndonos a las sutiles sugerencias del maligno.

Servir a Dios en el Altar requiere un sacrificio a cada paso, ¡y eso es algo personal e intransferible! Cada uno debe estar dispuesto a pagar el precio, para que disfrute de la honra de ser llamado siervo del Señor Jesús.

“Y cuando los que llevaban el arca de Dios habían andado seis pasos, él sacrificó un buey y un carnero engordado.“ 2 Samuel 6:13

Colaboró: Obispo Domingos Siqueira

Extraído del blog del obispo Edir Macedo

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