La importancia del perdón para quien lo da y para quien lo recibe
Es importante no ser engañados por el corazón
“Errar es humano”. ¿Quién nunca oyó esta frase, e incluso la usó, intentando justificar sus propios errores? De hecho, por ser imperfecta, fallar es inherente a la naturaleza humana. Y, ante esta característica, ser perdonado es lo que todo el mundo anhela.
Pedir y recibir el perdón de alguien, o incluso recibirlo sin al menos haberlo pedido, no borra el error cometido, pero —con certeza— trae paz para un recomienzo.
Es dando que se recibe
Muchos no perdonan a quienes les hicieron daño por creer que, de esta manera, los castigan. Pero, el efecto es justamente el contrario de lo imaginado. Pues, quien no perdona, también está preso en una “celda” emocional.
Considere el fragmento de la “oración del Padre Nuestro”, que habla del perdón: “Y perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores…” (Mateo 6:12).
Sabiendo de la inclinación humana para no perdonar, Dios condicionó el recibimiento del perdón Divino. Es decir, solo somos perdonados por Él, si también perdonamos a aquellos que se equivocan con nosotros. Aunque el error cometido por el prójimo haya causado un dolor inmenso y/o una pérdida irreparable y, aparentemente, imperdonable.
¿Cómo perdonar?
Esta ha sido la duda de muchas personas, por creer que el perdón es algo que se siente primero, para después, poder concederlo.
Recientemente, el obispo Edir Macedo grabó un video respondiendo esta pregunta de una usuaria de internet.
El obispo compartió una experiencia que vivió en los 90’s, periodo durante el cual la Universal sufrió intensas persecuciones.
Ante las traiciones de personas muy cercanas, el obispo recuerda que el Espíritu Santo le mostró cuánto se estaba inclinando a guardar rencores de aquellos que lo traicionaban y calumniaban, y le advirtió que eso era lo que el diablo quería. “El diablo quería que yo me inclinara hacia el odio y el rencor, para que yo no tuviera perdón y mi vida fracasara”, explica.
Entonces, sabiendo que el corazón es engañador, el obispo cuenta cómo actuó a partir de aquel momento en adelante.
Comunión con Dios
Si el perdón es impracticable en la relación entre las personas, entonces, ¿ya imaginó entre el ser humano y Dios?
Perdonar es reconocer que, en la condición de pecadores que somos ante Él, también necesitamos de perdón. Y, por eso, perdonamos a quien sea, aunque esta no sea la voluntad de nuestro corazón.
Más que una buena relación con las personas, perdonar desarrolla su comunión con Dios.
¿Quiere saber más al respecto? Entonces, participe este domingo a la reunión especial que se realiza a las 9:30 a. m. en el Templo de los Milagros. La sede se ubica en Av. Revolución núm. 253, Col. Tacubaya. O bien, si reside en los estados o en el área metropolitana de la capital, puede asistir a la Universal más cercana a su domicilio.
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