La importancia de las conexiones

Más que la cantidad, la calidad de los contactos que tenemos a lo largo de la vida es determinante para nuestros sentimientos, pensamientos, nuestras acciones y nuestro destino

El dicho popular «dime con quién andas y te diré quién eres», ganó respaldo de la ciencia. En una investigación denominada contagio social, realizada por el médico y sociólogo Nicholas Christakis, de la Universidad de Harvard, y por el politólogo James Fowler, de la Universidad de California en San Diego (UCSD), se analizaron a más de cinco mil personas y se constató que el comportamiento de cada uno está intensamente influenciado por las personas más cercanas.

Esa influencia, según los autores de la investigación, se da en todos los campos de la vida. Como las decisiones sobre compras, vestimenta, estudios, trabajo, humor, fe y salud, entre otros. El asunto requiere atención, pues Christakis y Fowler también citaron el «contagio» de actitudes suicidas y comportamiento sexual descuidado. Así como la prudencia y la capacidad de reír y sonreír. Definitivamente, el entorno influye mucho en las elecciones, valores, emociones y acciones del individuo, incluso más de lo que se pensaba.

Por eso es tan importante prestar atención a cómo se hace el llamado networking [o red de contactos] que, con estos datos, se sabe que engloba mucho más que el ámbito profesional. Los autores de Harvard y UCSD señalan una gran semejanza de comportamientos y consecuencias. Y curiosamente, hasta en el peso corporal entre cónyuges, amigos, hermanos y colegas más próximos en el día a día. Citando que las personas más presentes en la vida de alguien [de 5 a 10 individuos, en promedio] determinan la mayoría de sus elecciones.

Cómo ser influenciado e influenciar

La influencia que recibimos de las personas que nos rodean fue discutida por el psicólogo Marcelo Hodge. El especialista recuerda que la investigación de Christakis y Fowler «dice que uno es el promedio de sus cinco mejores amigos. Lo que influye en su peso, cuánto gana, el nivel de satisfacción en su matrimonio, el nivel de positividad y autoestima, y ​​la fe».

«El cerebro humano es altamente sugestionable. A veces las personas están tristes, sin esperanza. Pero no prestan atención a las personas que los rodean. Alrededor del 80 % de lo que realizamos en la vida es el resultado de con quién nos conectamos y lo que hacemos juntos. ¿A quién eligió para estar a tu lado? Modelamos nuestro comportamiento según a quién admiramos», subraya.

Él cita un ejemplo: «A veces una persona que asiste a una iglesia se reúne con otras que no la frecuentan, pensando que todo está bien. Pero de repente se encuentra riéndose de algo que no debería. Esto es muy sutil. La gran cuestión aquí es tener consciencia de qué grandes amigos elegimos tener a nuestro lado para toda la vida».

¿Ya leíste? Perdidos

Sin embargo, Hodge deja claro que la conexión es una calle de doble sentido: «el networking es el arte de conectarse con otras personas. La base para ello es la generosidad, la intimidad, ser sincero, verdadero y preocuparse en servir al prójimo. Empecé a valorar a las personas y contactos en mi vida. Y no solo quién me podía beneficiar en algo, sino cómo yo mismo podía ser un canal de bendiciones para ayudar a los demás».

Ser acogidos y acoger

El también psicólogo Yuri Busin, coincide con Hodge: «crear conexiones es valioso y no solo para obtener alguna ganancia. Sino también en el sentido de hacer sentir al otro su presencia y tener empatía con él».

Destaca que la conexión es fundamental para el ser humano: «cuando vino la pandemia fue una de las cosas que más extrañamos. Es en el contacto que compartimos historias, información, momentos, felicidades, infelicidades. Y sobre todo, podemos escuchar a otras personas, vibramos con ellas y les damos fuerza».

El psicólogo alerta que «es relevante identificar cuando hay personas tóxicas a nuestro alrededor. Y muchas veces alejarnos de ellas, aunque sea por unos momentos, porque a veces alguien no es tóxico siempre, sino ocasionalmente. Esta distancia de alguien que no aporta nada a nuestra vida es una medida de protección, porque a veces no es prudente insistir en permanecer cerca. El intercambio con las personas debe llevarnos a un sentimiento de bienestar, de ser acogidos y de acoger a los demás, lo que nos influirá de manera positiva», concluye.

Cordón de 3 dobleces

Mucho antes de que existieran las universidades y los psicólogos, la sabiduría de Dios ya mostraba la preciosidad de las conexiones también por la cuestión de la resistencia ante las dificultades de la vida: «pues cordón de tres dobleces no se rompe pronto» (Eclesiastés 4:12).

El versículo compara una pareja con un cordón resistente, formado por tres cordones más finos trenzados juntos, que le dan más resistencia.

Vale la pena señalar que el número tres no es una coincidencia: entre la unión de dos personas debe estar Dios, que realmente da fuerza al conjunto. Sin Él, dos personas pueden separarse mucho más fácilmente. Por supuesto, nuestro «cordón» en la vida puede tener muchos más cordones humanos que solamente dos, pero siempre debe haber más calidad que cantidad, por supuesto.

Y, volviendo a cómo se puede influir en nuestra conducta, la Palabra de Dios va directo al grano: «El que anda entre sabios será sabio, pero el que se junta con necios saldrá mal parado» (Proverbios 13:20).

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