La hija que piensas que eres y la que puedes ser

La hija que piensas que eres y la que puedes ser

Por Departamento Web 2

Solo el nacimiento espiritual y, consecuentemente, el recibimiento del Espíritu Santo caracterizan a aquellas mujeres que son hijas de Dios. Mucho antes de eso, incluso en la concepción, el feto recibe características genéticas que provienen del padre y la madre. Después del nacimiento, con el paso del tiempo, algunas semejanzas entre los padres y el niño son cada vez más fáciles de observar. Además de eso, el niño empieza a imitar los buenos ejemplos de los padres.

De manera semejante, las mujeres que son nacidas de Dios se hacen más parecidas a Él A medida que se someten a Su voz y por tener Su espíritu, tienen condiciones y fuerzas para enfrentar lo que sea. Muchas mujeres afirman que son hijas de Dios, pero ellas no tienen la más mínima pizca del ADN divino. Solo de las 2 opciones una es la respuesta: o son espiritualmente orgullosas o poco conocen la propia realidad espiritual que denuncia y prueba la falta de identidad celestial.

Muchas mujeres afirman que son hijas de Dios, pero su conducta no coincide con eso. Ellas no tienen el carácter de Dios, son personas frágiles, sentimentales, tienen dificultad para perdonar, no les gusta escuchar la verdad, guardan traumas, son egoístas, se aman a sí mismas, son envidiosas, etc.

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¿Qué es lo que tus actitudes hablan de ti?

Cada una de nosotras fue engendrada por nuestro padre biológico, y a causa de eso nos parecemos a nuestro padre. Padre es el que engendra, quien engendra provoca nacimiento, da origen. Muchas personas tienen la opinión de que Dios es su Padre, incluso dicen y piensan que Él es su Padre, pero su vida no coincide con la semejanza de Dios.

Y tú, lectora, ¿qué es lo que tu propia vida, tus reacciones, tus actitudes y tu manera de ser hablan de ti? En Juan 8:38, podemos leer que el Señor Jesús, el Dios Hijo, en pocas palabras demuestra algo íntimo sobre Padre e Hijo, que es la convivencia, la intimidad, la pertenencia a la misma familia: «Yo hablo lo que he visto con mi Padre; vosotros, entonces, hacéis también lo que oísteis de vuestro padre». Mucho más que hablar de lo que vio, el propio Señor Jesús era lo que manifestaba. Él no solo hablaba de lo que veía junto a Dios, sino que Su vida Lo glorificaba.

Cuando una persona tiene el Espíritu de Dios, eso es visible. «Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fidelidad» (Gálatas 5:22).

Herencia espiritual

La mujer que llama a Dios como Padre busca tener un corazón como el Suyo y no atiende su propia voluntad. Al someterse a Su Voz, ella prueba Su herencia espiritual. A pesar de que ese privilegio está disponible para todas las que quieran, eso no es para todo el mundo. Las hijas de Dios honran al Padre (Malaquías 1:6) y, día tras día, se vuelven una sola con Él (Juan 10:30), no porque son perfectas, sino porque realmente Lo aman y se disponen a obedecerlo.

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