La gloria de Dios adentro de uno mismo

Muchas personas indagan sobre el motivo por el que no han recibido aún el Espíritu Santo si ya le entregaron su vida al Señor Jesús, abandonaron el pecado y se esmeran en buscarlo constantemente.

La respuesta está en el Evangelio de Juan 12:42-43: «Sin embargo, muchos, aun de los gobernantes, creyeron en Él, pero por causa de los fariseos no lo confesaban, para no ser expulsados de la sinagoga. Porque amaban más el reconocimiento de los hombres que el reconocimiento de Dios».

El pasaje bíblico dice que el Señor Jesús estaba en la fiesta de Pascua en Jerusalén y muchos de los principales (ricos, bendecidos) judíos creían en Él, pero no se colocaban como Sus siervos porque tenían miedo de ser expulsados de la sinagoga, es decir, ellos preferían la gloria de los hombres —la ostentación, por ejemplo— y no la gloria de Dios.

Muchas personas han actuado de esa forma. Ellas van a la Iglesia y creen en Jesús, pero no se posicionan como Sus siervas por algún motivo, como el miedo, vergüenza u otro sentimiento. ¿Y de qué sirve creer en el Señor Jesús si no escucha lo que Él dice?

Cuando la persona cree de verdad en Jesús, ella tiene plena conciencia de que ya no es señora de sí misma para volverse Su sierva. Entonces, es bautizada con el Espíritu Santo y recibe la gloria de Dios en su interior, independientemente de las circunstancias. Con la gloria de Dios, ella tiene paz y alegría y permanece inquebrantable.