La garantía de las promesas
Cuando usted compra un electrodoméstico, la tienda le ofrece una garantía. Y, en caso de que se rompa o no funcione, puede ir a que arreglen el asunto dándole otro nuevo y el problema se terminó. Pero eso solo sucede si tiene esa garantía. Si no la tiene, tendrá que comprar de nuevo, gastando más.
Y lo mismo sucede con respecto a Dios. De acuerdo con lo que enseñó el obispo Franklin Sanches en la reunión del pasado domingo 28 de noviembre, en la Biblia usted puede encontrar todas las promesas que Él reservó para nosotros. Sin embargo, algunos, y probablemente usted, preguntan: «¿Qué garantía tengo de que estas promesas se cumplan?». Dios da una:
«En Él también hemos obtenido herencia, habiendo sido predestinados según el propósito de aquel que obra todas las cosas conforme al consejo de su voluntad, a fin de que nosotros, que fuimos los primeros en esperar en Cristo, seamos para alabanza de su gloria. En Él también vosotros, después de escuchar el mensaje de la verdad, el evangelio de vuestra salvación, y habiendo creído, fuisteis sellados en Él con el Espíritu Santo de la promesa, que nos es dado como garantía de nuestra herencia» (Efesios 1:11-14).
Primero, es importante tener claro que, desde la creación, «Dios destinó al ser humano a tener una vida plena y abundante, no una llena de dolor. Prueba de eso es que puso a Adán y Eva en un paraíso. Pero, por la desobediencia, hubo consecuencias. Sin embargo, el plan original no es que las personas sufran, no se trata de que unos nacen con estrella y otros, estrellados. Él predestinó a todos los seres humanos para que fueran herederos de todo lo que es de Él», explicó el obispo Franklin con base en el versículo anterior.
No obstante, usted no obtendrá las cosas cuando quiera. Necesita entender que sucederán de acuerdo con la voluntad de Dios. Usted usará su fe, pero confiará en que Él lo hará en Su tiempo. ¿Por qué? Porque no está listo para recibirlas. Por ejemplo: ¿le daría a un niño de 9 años una bicicleta? Claro que no, es peligroso.
De igual modo, el obispo refiere que Dios sabe perfectamente que si usted recibe las bendiciones fuera de tiempo, se volverán maldiciones en su vida: «Pero la mayoría no confía y por eso piensan que el Señor no los ama. El Señor responderá conforme vea que maduró en la fe, mientras su corazón esté aferrado a algo, por pequeño que sea, significa que Dios no es todo para usted. Él quiere que se desprenda de eso y aprenda a depender de Él».
Ahora, lo segundo que precisa tener claro es que el Señor no solo nos dio una herencia. Para garantizar que las promesas divinas se van a cumplir, Él nos sella con el Espíritu Santo, esa es la garantía.
Al recibir el Espíritu de Dios, usted estará en paz. A partir de ese momento, si pasa por un problema, puede cobrar que la promesa se cumpla. De lo contrario, aunque ore, no tendrá manera de hacerlo.
Quizá dice que usted tiene muchas dudas, es una persona insegura, se siente inferior o le han dicho que nunca será nada en la vida. Pero si quiere cambiar todo eso, necesita tener el sello del Espíritu Santo, solo así tendrá la garantía de que Dios está con usted. Y no lo dirá por hablar, estará seguro de eso, Él lo confirmará en su interior. Aunque no vea que las cosas suceden como quiere o intenten hacerle un mal, Dios le cuidará y bendecirá, nada impedirá Sus propósitos en su vida.
Ahora bien, «lo que necesita hacer para tener esa garantía es entregarle toda su alma al Señor Jesús. Usted solo será feliz cuando sea la bendición, y no solo tendrá bendiciones a partir de ello, también podrá bendecir a otros. Eso es lo que Dios quiere», finalizó.
Así que pregúntese: ¿usted tiene esa garantía de la promesa?
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