La confianza en el Altísimo
«No confiéis en príncipes, ni en hijo de hombre en quien no hay salvación. Su espíritu exhala, él vuelve a la tierra; en ese mismo día perecen sus pensamientos.» (Salmos 146:3-4).
Nuestra salvación no debe estar en los hombres, pues ellos también son pecadores y carecen de salvación; por lo tanto, son incapaces de ayudarnos.
Cuando mueren, su cuerpo vuelve al polvo, de donde fue sacado, y el espíritu regresa con Dios. En cambio, su alma, si ellos no temían a Dios en vida, es lanzada al infierno, de donde no podrá salir jamás.
Por lo tanto, rinda su alma al Señor Jesús, pues de Él viene la Salvación.
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