¡Jamás lo ha imaginado!
«¿Alguna vez se ha preguntado qué es lo que Dios tiene planeado para su vida?», preguntó el obispo Franklin en la mañana del domingo 15 de septiembre, al inicio del Santo Culto. En realidad, no podemos ni imaginarlo: «sino como está escrito: cosas que ojo no vio, ni oído oyó, ni han entrado al corazón del hombre, son las cosas que Dios ha preparado para los que Lo aman» (1 Corintios 2:9).
Eso quiere decir que ninguna persona es capaz de comprender la grandeza de Dios, pues, como seres humanos, nuestros pensamientos son insignificantes. Incluso, muchos no consiguen entender que Él los está llamando a Su presencia para hacer más que un milagro. «Dios quiere entrar en usted, transformarle. Él no le trajo aquí para que sea un religioso, sino porque tiene propósitos para usted. De hecho, al leer la Biblia, hay que poner atención especial en los detalles. Por ejemplo, en el versículo anterior dice que no han entrado al corazón del hombre las cosas que Dios ha preparado solo para quienes Lo aman», comentó.
¿Y cómo demostrarle a Dios que Lo amamos? El obispo explicó esto con un sencillo ejemplo. «Yo amé a Raquel, mi esposa, y ella me amó a mí… Entonces nos entregamos por completo. Eso es lo que uno hace cuando ama. En cambio, cuando el amor no es verdadero, uno va posponiendo el compromiso. Inclusive, algunos aseguran que no es necesario casarse para mostrar que su amor es de verdad. En realidad, esa es una excusa que el diablo inventó, porque cuando uno ama, no concibe su vida sin esa persona».
Entonces, cuando alguien no se entrega al Señor Jesús, es porque en el fondo no Lo ama, y piensa: «no necesito tanto a Jesús como para entregarme a Él, voy a la iglesia los domingos y ya estoy cumpliendo con mi deber», pero Dios no quiere un pequeño porcentaje, quiere el 100 % de su vida. Con Él no hay término medio.
Por otra parte, si Lo ama, sucede una alianza, usted le entrega sus cargas, sus problemas, todo. Muchos matrimonios no funcionan porque la persona quiere vivir como soltera sin asumir la responsabilidad de un matrimonio; entonces este se va fracturando con el tiempo. No obstante, cuando hay una entrega sincera, se queda con su pareja aun sabiendo que tiene fallas, porque su amor es más grande.
Si todo ese amor existe en una pareja, piense cuán mayor es el amor de Dios, que recibe nuestra vida tal como está, con pecados, errores, problemas, enfermedades, miseria, depresión, angustias, fracasos, etc. Él cambia todo eso por amor, paz, salud, estabilidad familiar, seguridad, etc.
Reflexione, ¿qué es lo que usted le puede ofrecer a Dios? Él no quiere su dinero, sino quiere que dejemos el pecado por amor a Él. Es como quien se casa y deja a otros amores por estar con la persona que ama. Si Lo amamos, recibimos todo lo que ha preparado, que es maravillo y perfecto.
Incluso, si usted tiene problemas en su matrimonio, puede que el motivo de estos sea la falta de entrega; no precisamente la entrega física, sino el sacrificar por ella, y ella sacrificar por él. Esto no es una obligación, es una decisión.
Y en lo espiritual, cuando hay una entrega completa, se cumple la Palabra: «pero Dios nos las reveló por medio del Espíritu…» (1 Corintios 2:19). Dios nos da Su Espíritu Santo, y Él nos muestra lo que preparó para nosotros. Algunas personas se preguntan: «¿Cómo voy a prosperar si siempre he sido pobre? ¿Cómo voy a recuperar a mi pareja si ya no me ama? ¿Cómo sacaré a mi hijo(a) de las drogas?».
Estas personas no lo entienden porque no se han entregado a Dios, pero si lo hacen sinceramente, Él les revela Su paz y da la certeza de que la situación se va a resolver. Él no le va a dar un sentimiento o sensación, sino la certeza, porque «nos las reveló por medio del Espíritu, porque el Espíritu todo lo escudriña, aun las profundidades de Dios.» (1 Corintios 2:10).
La pregunta del millón es: ¿quién quiere entregarse a Él? A lo mejor usted dice: «yo sé que mi vida es un caos, estoy hecho pedazos, y a veces pienso que ni Dios me quiere y que nadie da ni un centavo por mí; pero lo único que tengo de valor es mi alma y, si Él me acepta como soy, hoy decido casarme con Jesús. Voy a mostrar cuánto Lo amo, no con palabras, sino con mi vida», es ahí cuando el Señor Jesús le acepta.
«Yo me casé con Raquel, no por una temporada. Han pasado 30 años de fidelidad mutua y nada nos va a separar, porque vamos a morir y vamos a ir juntos con Jesús. Asimismo, nada puede separarme de Jesús. Si me entrego a Él ni la familia ni amigos lograrán separarme de Dios. Si Lo amo, voy a estar con Él toda mi vida. Sé que puedo ser perseguido, pasar por tribulaciones por mi fe, ser excluido de mi familia, no importa, voy a mantener mi palabra», explicó el obispo.
Al igual que el matrimonio, estar con Jesús es de aquí hasta la muerte. No es solo ir a la iglesia los domingos, no es una cosa religiosa; porque Lo amo, entonces Lo busco el domingo por la mañana porque quiero escucharlo. Y me alejo del pecado porque quiero agradarle.
Sabemos que, por ser humanos, vamos a cometer errores, no obstante, Él sabe cuáles son nuestras intenciones. Y, cuando Lo amamos, Él llena nuestro corazón con el mayor tesoro: el Espíritu Santo.
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