¿Injusticia o testimonio? Tú decides

¿Injusticia o testimonio? Tú decides

Por Dep. Web

No es lo que nos hacen, sino lo que decidimos hacer con lo que nos hacen. Esa fue la enseñanza central del Santo Culto del pasado domingo 20 de julio, con el obispo Franklin Sanches. Él abordó uno de los desafíos más difíciles de la vida: enfrentar las injusticias sin permitir que nos deformen por dentro.

«Las injusticias no pueden cambiar nuestra esencia. Cuando nuestra esencia es la de Dios, entonces nunca va a cambiarnos», destacó.

Con esa afirmación como eje, el obispo explicó que la fe verdadera no evita el sufrimiento, pero sí transforma su impacto.

«Nosotros podemos convertir las injusticias… o dejar que las injusticias nos perjudiquen… o podemos hacer que la injusticia se convierta en una bendición para nosotros. Esto va a depender de cada persona», explicó.

De ahí surgió la pregunta que marcó todo el mensaje: ¿Permitiremos que la injusticia nos destruya o la convertiremos en un testimonio?

Para responderla, el obispo contó la historia de José, el hijo de Jacob, como ejemplo de alguien que supo conservar su esencia incluso en medio del dolor más profundo. Fue vendido por sus propios hermanos, acusado injustamente por una mujer despechada y encarcelado sin haber cometido falta alguna. Aun así, nunca perdió la fe.

«Él sufrió injusticia por haber hecho lo correcto. Pero la Biblia dice que Dios estaba con José. Y ahí, en la prisión, Dios lo bendijo, porque el Señor es justo», agregó.

A pesar de todo lo que vivió, José no permitió que el resentimiento dominara su corazón. Su fidelidad a Dios fue lo que lo llevó al palacio de Egipto, cuando fue llamado a interpretar el sueño del faraón. Y no se presentó con actitud derrotada: «Cambió la ropa, se hizo la barba… ya fue preparado. Porque quien es de Dios se prepara para cosas grandes», explicó el obispo.

También subrayó que el verdadero Espíritu de Dios se manifiesta en la persona cuando, aun después de haber sido herido, uno es capaz de perdonar. Así lo hizo José cuando sus hermanos, temiendo venganza, escucharon estas palabras:

«Ustedes pensaron hacerme mal, pero Dios lo tornó en bien» (Génesis 50:20).

Esa actitud, dijo el obispo, solo es posible en quien ha nacido de Dios: «Cuando usted es de Dios, se vuelve una bendición para todos. Y hasta aquellos que le hicieron daño serán bendecidos por usted, pues quien vive por la fe no guarda resentimientos, sino que paga el mal con el bien».

«La fe me hace sacrificar. La fe me hace renunciar. La fe me hace negar. La fe me hace obedecer», destacó.

Basándose en Romanos 3:26, recordó que Dios sigue siendo justo «en este tiempo» y que justifica «al que tiene fe en Jesús».

«Él quiere hacer justicia para ustedes. Pero es necesario que mantenga la fe, como lo hizo José», afirmó.

Al cerrar el mensaje, el obispo hizo un llamado a no dejar que el mal vivido nos convierta en personas duras, vengativas o frías: «No permita que las injusticias que sufrió le hagan querer pagar con la misma moneda. Pague el mal con el bien. Ese es el Espíritu de Dios».

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