Hágase Tu voluntad, pero a mi manera

<strong>Hágase Tu voluntad, pero a mi manera</strong>

Por Departamento Web 2

¿Cuántas personas dicen creer en Dios, pero realmente solo han oído hablar de Él?, ¿cuántos se consideran hijos de Dios, pero no lo conocen, nunca han tenido una experiencia con Él? El domingo pasado, el obispo Franklin habló un tema fundamental en la vida de todo cristiano, y es lo que marca la diferencia entre una persona y otra dentro de la iglesia.

No basta, tener la intención de seguir a Jesús para tener una verdadera transformación de adentro hacia afuera. De hecho, el Señor Jesús dejó los pasos a seguir. Por ello, el obispo comenzó leyendo el versículo 24 de Mateo 16: «Entonces Jesús dijo a sus discípulos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame.».

Primer paso: «niéguese a sí mismo», lo primero que se requiere si realmente se desea vivir una vida con Jesús es el sacrificio, pero no cualquier sacrificio, sino el de la propia voluntad. Este paso ha sido el punto de mayor atraso en la verdadera conversión de las personas, ya que muchas de ellas, por no querer sacrificar, terminan «moldeando» el Evangelio a sus propias ideas e intereses; estas personas, aun estando dentro de la iglesia, no pasan de vivir una vida de religiosidad, pues sus costumbres, sus ideas y el pecado siguen estando ahí.

Al respecto el obispo señaló: «yo no puedo servir a dos señores, yo no puedo tener mi fe puesta en Jesús y en otra cosa. Dios no acepta división». Si la persona realmente quiere una vida con el Altísimo, va a tener que dejar de ser señor de su vida y sacrificar las voluntades de su corazón. Quizá ya sabe que debe perdonar, o ser hombre de una sola mujer y hasta hoy se ha resistido, ahí viene el sacrificio; su querer, sus deseos son unos, pero uno sabe que lo correcto es perdonar y ser hombre de una sola mujer, por eso debe negar sus deseos, pagar el precio, eso es sacrificio. Cuando niega las tradiciones que son antibíblicas, contra la Palabra de Dios, «voy a negar mi ser para someterme a lo que está escrito, porque yo quiero a Jesús, yo quiero conocerlo, yo quiero ser hijo».

Segundo paso: «tome su cruz», al contrario de las ideas religiosas, tomar su cruz no es una enfermedad, problemas económicos o familiares. Para entender qué sí es la cruz, tendríamos que mirar hacia el sacrificio de Jesús, entre más se acercaba a la voluntad de Dios, más era insultado, despreciado, etc. Por ello, cargar la cruz es soportar los insultos, las humillaciones, los malos comentarios, a causa de la fe en Jesús, y tener que aguantarlos, no contestando, aunque su voluntad sea defenderse, pelear, defender a la iglesia, a Jesús, etc., no lo haga, recuerde: «niéguese a sí mismo».

«La cruz era símbolo de la humillación» entonces, si Jesús tuvo que pasar por eso, «yo también tendré que vivirlo si realmente quiero obedecerlo; pues a causa de mi fe y sometimiento a la voluntad de Dios, mi familia se va a oponer contra mí, van a decir que traicioné las tradiciones, mis amigos del trabajo se van a burlar de mí porque me van a querer conducir a los errores que hacía antes; esa es la cruz», destacó el obispo.

El tercer paso: «y sígame», sin importar lo que digan, sin importar lo que pase, sin importar las dificultades, sin importar lo que piensen, siga a Jesús, así es como debe encarar esas situaciones. Pues Él, mismo siendo insultado, escupido, humillado, en medio de esa situación, Él dijo: «Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen».

Finalmente, todo pasa en esta vida y cualquier esfuerzo vale la pena para pasar la eternidad con Jesús, como está escrito: «Porque todo el que quiera salvar su vida, la perderá; y todo el que pierda su vida por causa de mí, la hallará. Porque ¿qué aprovechará al hombre, si ganare todo el mundo, y perdiere su alma?». Lo único que es eterno es su alma y al final de su vida tendrá un dueño, este será aquel a quien usted obedeció, a quien usted sirvió en esta vida. Pero si usted toma «la decisión de negarse a sí mismo, tomar la cruz y seguir a Jesús, entonces cuando esta vida acabe el Señor Jesús estará ahí para que usted viva con Él por toda la eternidad».

«No se turbe vuestro corazón; creéis en Dios, creed también en mí. En la casa de mi Padre muchas moradas hay; si así no fuera, yo os lo hubiera dicho; voy, pues, a preparar lugar para vosotros. Y si me fuere y os preparare lugar, vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo, para que donde yo estoy, vosotros también estéis.» (Juan 14:1-3).

Si usted acepta al Señor Jesús, de verdad, con todo lo que eso implica, al finalizar su vida terrena vendrá por usted para pasar la eternidad junto a Él. Pero, si usted lo rechaza, Él respetará su decisión. Sin embargo, si hoy decide ser hijo de Dios, «Él le va a cuidar, bendecir, guiar, proteger, usted no va a depender de nadie más, Él será todo lo que usted necesita», concluyó el obispo.

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